<p>Pero, en verdad no se sabe muy bien cómo se lograrán estas metas.<br />
Los representantes de las 20 naciones (economías centrales y países emergentes) que juntas representan 85% de la economía mundial, no lograron todavía las ansiadas coincidencias sobre la naturaleza y la extensión de los paquetes de estímulo. En Europa, a pesar del ejemplo británico, las grandes economías son renuentes a incrementar su deuda de forma exponencial.<br />
<br />
Las buenas intenciones abundaron: como ayudar a las economías emergentes en apuros, en especial las de Europa oriental, desmantelar la telaraña de <em>hedge funds</em> y lograr que los bancos vuelvan a prestar, fueron los grandes enunciados.<br />
Pero la incertidumbre y la renuencia de algunos de los jugadores hace difícil que Barack Obama logre su propósito: convencer a los otros 19 que en la reunión del 2 de abril en Londres se adopte una estrategia coordinada para todos ellos.<br />
En apariencia, una de las grandes diferencias es acerca de la regulación. Europa quiere amplia intervención para regular los mercados financieros, el acercamiento estadounidense es más laxo en este punto.<br />
<br />
El otro punto es el nuevo rol de organismos mundiales como el FMI y el Banco Mundial. Para los emergentes, en un principio, lo mejor era diseñar otras organizaciones para ayudar a las economías en problemas. Convencidos de que eso no es posible, buscan flexibilizar a los existentes y que los fondos fluyan sin restricciones. Algunos de los jugadores pesados, como Alemania e Italia insisten en las “condicionalidades” de FMI, que a su juicio deberían mantenerse. Lo cierto es que hubo consenso en aumentar la capacidad prestable del Fondo, aunque no se definió ninguna cifra.<br />
<br />
Estados Unidos, junto con Japón y Gran Bretaña, creen en la absoluta conveniencia de inyectar recursos en las economías para revivir la demanda de los consumidores. Al contrario del resto de Europa. Ambos bandos simulan tener coincidencias básicas, aunque nadie imagina todavía como se salvará la diferencia. Todos aceptan que hay diferencias “de énfasis”.<br />
El problema es que la expectativa que ha despertado este nuevo agrupamiento del G 20, puede defraudar si la próxima reunión de Londres no logra satisfacer las demandas mundiales. Lo que es probable. Nada indica que se tratará de una reunión fundacional como aquella de Breton Woods después de la Segunda Guerra Mundial donde se sentaron los pilares de la arquitectura económica y financiera del planeta hasta ahora.</p>
<p><br />
</p>
El G 20 no parece ser el nuevo Breton Woods
Dos semanas antes de la cumbre del G 20 en Londres, lo central que demostraron las reuniones previas de este fin de semana, es que abundan las divergencias. El objetivo será hacer todo lo que haga falta para revivir la demanda y llevar normalidad y tranquilidad a los mercados financieros.