<p>Fuentes allegadas al departamento de estado y a la propia Casa Blanca admiten que el gobierno estudia seriamente las posibilidades de Caroline (51 años, hija de John Fitzgerald) para cubrir el cargo ante el pontífice. Pero se está lejos de una decisión.<br />
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La “precandidatura” de Caroline surgió tras una larga reunión con David Axelrod, principal consejero político presidencial. No pocos legisladores y dirigentes demócratas creen que sus esfuerzos durante la campaña electoral merecen un reconocimiento. Su eventual jefa, Hillary Clinton, baraja varios destinos, aparte del Vaticano.<br />
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Máximo luego del fracaso en darle la banca senatorial que ocupaba la actual secretaria de Estado. Por supuesto, la aparición de alguien que pertenece a la dinastía católica más relevante de Estados Unidos tiene sus bemoles.<br />
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Las relaciones entre Washington y el papado nunca han sido fáciles ni simétricas. Un fundamentalista del “destino manifiesto” como George W.Bush se llevaba mejor con el ortodoxo alemán que con su antecesor polaco, con quien Obama habría andado bien. <br />
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En lo tocante al eventual primer encuentro Obama-Ratzinger, que sería en julio, la cobertura de la embajada en el Vaticano es clave. Eso explica el cauto silencio del papado. También pesa la cuestión de la clonación de células, una de las tantas obsesiones del pontífice, a las que el presidente ha dado luz verde. Ese tema, el aborto y la justicia social se contraponen, de paso, a mormones, bautistas sureños y otras formas de la religión estadoundiense.<br />
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Ya en febrero, la entrevista entre el papa y Nancy Pelosi –católica, presidente de la cámara baja- no marchó muy bien. Si no resultó peor fue por el tacto de la legisladora. Más tarde, un obispo ultramontano (Joseph Naumann, Kansas) lanzó anatema contra la ex gobernadora Kathleen Sibelius. Propuesta como ministra de salud pública por Obama, es partidaria del aborto en situaciones determinadas.<br />
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¿Una Kennedy en el Vaticano?
Según corrillos de Washington, Barack Obama debe cubrir la representación en el Vaticano antes de contemplar una visita a Josef Ratzinger. Pero ¿qué ocurriría si el presidente eligiese una mujer de ideas tan liberales como Caroline, la hija del asesinado presidente?