<strong>La misión del auditor</strong><br />
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Cuando la conversación gira hacia la relación auditor-contador, McDonnell explica que, en realidad, la profesión del auditor nació en el siglo XIX para informar a los accionistas sobre las actividades de los gerentes de las empresas, y lo hacían mediante informes sobre la información contable. De manera que, sí, en parte es cierto que surgieron para vigilar a los contadores. Pero el tema es más amplio, dice. “Si miramos la información financiera, el principal objetivo de nuestra actividad es dar confianza a la gente que tiene intereses con la compañía: accionistas, banqueros, empleados, proveedores, lo que sea. Para que toda esa gente confíe en la empresa que tiene responsabilidad limitada, la información que recibe tiene que ser creíble. El mecanismo para eso es, como era en 1895, la declaración financiera auditada. Pero eso hoy ya no es suficiente y hay que encontrar una alternativa. Ése es un tema fundamental que todavía no se debate. La ley Sarbanes Oxley es importante, pero a mi juicio, trivial”.<br />
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Mercado le pregunta sobre la credibilidad, sobre esta nueva realidad en la que la gente ya no parece creer en las declaraciones financieras aunque hayan sido auditadas por las firmas más prestigiosas del mundo.<br />
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“El tema”, dice cautelosamente McDonnell consciente de que entra en terreno resbaladizo,“ admite varios niveles. En primer lugar la gente con sentido común advierte que la información financiera ha sido tantas veces manipulada que es altamente probable que vuelva a ocurrir. Por eso es entendible la desconfianza. Aquí viene la cuestión de la independencia. En ese sentido, el verdadero objetivo de la ley Sarbanes Oxley es resolver, justamente, los temas de la independencia de la auditoría.”<br />
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Y, por fin, se toca el tema del conflicto de interés que se produce cuando el mismo auditor que controla las cifras de una empresa es simultáneamente quien la asesora en asuntos financieros. Cuando una misma firma cobra por aconsejar y cobra por vigilar. “Si una firma,además de auditar, provee otros servicios, la auditoría es diferente.<br />
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Auditar no es un servicio para la compañía, es ‘sobre’ la compañía, aunque pagado por ésta para beneficio de todos los demás. <br />
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Pero si uno está ofreciendo asesoramiento impositivo, consultoría, ése sí es un servicio a la empresa. Aunque yo creo que es bastante evidente que el auditor no debería brindar servicios contables a la misma compañía que audita, reconozco que los principios son diferentes para las empresas más pequeñas, las que no cotizan en bolsa.”<br />
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“Para que nuestro trabajo pueda cumplir con su objetivo de dar confianza, debe ser visto como imparcial e independiente. El<br />
conflicto de intereses fue el meollo de muchos de los escándalos contables recientes. Pero es evidente que si el auditor, que se supone debe ser independiente, se beneficia en la misma empresa que audita con otros contratos, eso no ayuda nada a la cuestión de la independencia. En ese sentido, la ley Sarbanes-Oxley en Estados Unidos aumentó tal vez no tanto la independencia como la “percepción” de independencia (hago hincapié en la diferencia); es, tal vez, estricta en exceso por una necesidad política de reaccionar en forma contundente ante un problema de enormes proporciones.”<br />
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“Es cierto que es caro cumplir con sus requisitos”, contesta cuando se le pregunta si sus clientes, en su mayoría empresas medianas, no tienen dificultades para cumplir con todas las exigencias. “Pero mi objeción es otra. La falta de independencia no ha sido el problema central en casi todos los escándalos que hemos visto en los últimos 20 años. Es que el trabajo de auditoría, para algunos casos, es anticuado. No precisamente para el típico cliente de Grant Thornton, que son empresas medianas, pero sí para las grandes compañías multinacionales. Para ellas, tremendamente complejas, extremadamente grandes, no creo que sea el mecanismo apropiado.”<br />
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El trabajo del auditor, explica el CEO, viene al final del proceso. Como el último resguardo de una situación que ha sido creada por el gobierno de la empresa. Los cambios que se produjeron a ese nivel ayudan a mejorar lo que él califica de “percepción” de independencia. Luego viene el auditor para cumplir con uno de sus más importantes objetivos, que es dar confianza al usuario de la declaración financiera de que la auditoría ha sido realizada en forma independiente. La realidad dirá luego si cumple con su objetivo. Pero la ley, la regulación, sólo mejora la percepción, no necesariamente los hechos reales.<br />
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En general, la exigencia de transparencia ha dinamizado el negocio. Grant Thornton se ha beneficiado enormemente, dice, tal vez tanto o más que las Cuatro Grandes auditoras (PricewaterhouseCoopers, Ernst & Young,KPMG y Deloitte & Touche) en casi todos los mercados del mundo. Aunque no da cifras concretas, dice que el crecimiento en 2004 colocó a GT entre las primeras 20 del mundo.
“Los cambios en el gobierno de la empresa ayudan a mejorar la “percepción” de independencia. El auditor cumple con su más importante objetivo, que es dar confianza al usuario de la declaración financiera de que la auditoría ha sido realizada en forma autónoma. La realidad dirá luego si cumple con su objetivo. Pero la ley, la regulación, sólo mejora la percepción, no necesariamente los hechos reales. <br />
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Como quedó demostrado en la debacle del grupo Parmalat, también es difícil para una firma de auditoría asegurar el buen desempeño de sus propias filiales. Grant Thornton –aunque auditando sólo subsidiarias como Bonlat en las islas Caimán– se vio enredada en una batalla legal sobre responsabilidades con el gigante italiano de alimentos.<br />
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El comienzo natural de una conversación con el número uno de Grant Thornton International, quinta firma de auditoría detrás de las Cuatro Grandes, parece ser invitarlo a una evaluación de lo acontecido en el ambiente empresario mundial a partir de Enron, el primero de una ola de escándalos contables que todavía no ha terminado.<br />
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“Atravesamos un período de escándalos financieros donde por lo general se acusa a las auditoras, a veces con razón, otras no. Luego se produce la reacción. Antes de Enron y WorldCom, nuestra profesión gozaba de un perfil bastante bajo. Aunque siempre hubo auditores demandados, el público en general no llegaba a enterarse. Pero el problema que Enron puso de manifiesto tiene que ver con una cantidad de temas, no sólo de auditoría. Tiene que ver con prácticas contables que fomentaron la manipulación de fondos. Y como las prácticas contables se basan en reglas, no en principios, siempre es posible que alguien encuentre la forma de interpretarlas de manera de presentar una determinada imagen de la empresa, cuidando de respetar la letra –no el espíritu– de la ley. Los estándares contables deberían basarse en principios, no en reglas. Además, muchas veces la gerencia no sólo no desalienta el fraude sino que indirectamente lo alienta, porque su reputación depende de los precios de la acción en el corto plazo. Y eso fomenta la manipulación de los resultados.”<br />
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<strong>Auditar</strong>: un mecanismo deficiente “En lo que se refiere a las auditoras”, continúa McDonnell cómodamente instalado en un sillón del Club Alemán, frente a amplios ventanales que desde un piso 21 muestran a Buenos Aires bajo la lluvia en el único día de su visita, “lo fundamental no es que hayan sido deficientes –y a mi entender lo fueron– sino que el concepto mismo de auditar no es adecuado para dar confianza a los mercados. La auditoría no cambió en 100 años.Ahora usamos tecnología, pero el principio no ha cambiado: se trata de publicar información financiera histórica que ha sido revisada y registrada por un auditor después de producidos los hechos. Así se auditaba hace 100 años y así se audita ahora. Hace un siglo era el mecanismo adecuado para dar tranquilidad a los mercados de capitales, pero ya no. Por el tamaño de las empresas, las complejidades de los negocios y la velocidad con que la información es transmitida. Para mí, lo que Enron puso de manifiesto fue la necesidad de iniciar un debate muy serio sobre cómo reemplazar la auditoría en el futuro; sobre cuál es la mejor manera de dar confianza al mercado usando información histórica.”