<p>La conjunción de déficit, afirman muchos legisladores republicanos, es indeseable e infla la deuda pública federal. Por tanto, surgen debates sobre cuándo y hasta que punto debiera empezar a limitarse la adicción de Washington a un endeudamiento peligroso por donde se lo mire.<br />
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Quienes resisten frenar gastos sostienen que ello condenaría el país a años de desempleo masivo y tensión social. Exactamente lo que los republicanos precisan para dar vuelta sus pobres expectativas electorales. El sector proactivo esgrime la desocupación para impulsar otro paquete de estímulos sistémicos, sin parar mientes en un déficit que crecería con mayor fuerza.</p>
<p>Sigan gastando alegremente, oponen los monetaristas, y llévennos a una crisis de deuda, tasas altas, inflación firme y dólar en caída. Por el momentos, obran los factores uno y cuatro, porque impera la recesión. Los pesimistas temen que se haya emitido ya tanta deuda externa titulizada (letras, bonos) que prestamistas como China o Japón podrían cerrar la canilla. <br />
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Ese riesgo o aun una simple restricción de compras, obligaría a elevar intereses y castigar la economía norteamericana. Por otro lado, los grandes acreedores soberanos no parecen dispuestos a decisiones que, también, deterioren sus tenencias en divisas. Al menos, mientras el dólar signa siendo unidad hegemónica de reserva, comercio y tarifas. <br />
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Ortodoxos como la institución Brookings señala que “no vivimos en una isla. Somos parte de una globalización económica y hemos colocado deuda en forma sistemática”. Los heterodoxos, en cambio, observan que esa globalización casi mítica es solo financiera y comercial, como sucede desde el siglo XIX. <br />
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En su visión, según la manifiesta Lawrence Mishel –analista vinculado al sindicalismo-, “retroceder sólo para frenar el déficit sería como privar de medicamentos a un enfermo agudo”. En efecto, el rojo ha crecido en parte por el paquete de estímulos (US$ 787.000 millones) pasado en febrero para recrear empleos, asistir a los estados y a los jubilados. Ninguno de esos fines es lícito para Wall Street y sus expertos, aunque el déficit en verdad se agrega al generado bajo el gobierno Bush por motivos tan falaces como la guerra en Irak, que va costando más de US$ 400.000 millones, y la de Afganistán-Pakistán. <br />
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Alarma a monetaristas el déficit fiscal estadounidense
Olvidando los ocho desastrosos años de George W.Bush, los críticos de Barack Obama se muestran azorados ante los rojos fiscales. En su óptica, se pagan precios insalubres e insostenibles para sacar la economía de la recesión.