jueves, 26 de diciembre de 2024

Nada será igual para los bancos centrales

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En casi tres años de crisis sistémica en Occidente, han pasado dos reuniones en Wyoming –cuyo anfitrión es la Reserva Federal de Kansas City-, sin resultados perceptibles. Sus asistentes sólo pensaban en el corriente trimestre y sus perspectivas.

<p>Por supuesto, un grupo de emisores optimistas cree que lo peor ha pasado y se evit&oacute; un agujero negro. Como Barack Obama y Benjamin Bernanke, se felicitaron mutualmente por la tarea cumplida. Pero no se plantearon pol&iacute;ticas de salida, intereses referenciales inclusive, ni se manifest&oacute; sentido alguno de urgencia.<br />
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En realidad, se habl&oacute; mucho (aunque gen&eacute;ricamente) en los seminarios formales sobre las lecciones de la crisis para la gesti&oacute;n futura de los bancos centrales. Cund&iacute;a una sensaci&oacute;n inc&oacute;moda: aun cuando el &uacute;ltimo activo t&oacute;xico tomado por un estado se refinancie o revenda y se eliminen las &uacute;ltimas malas acreencias, ya no ser&aacute; posible volver las cosas a la fase precr&iacute;tica.<br />
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Dicho de otro modo, los propios emisores deben cambiar, si bien unos m&aacute;s que otros. Sus elencos directivos y t&eacute;cnicos afrontar&aacute;n nuevas responsabilidades formales en lo tocante a estabilidad financiera. El negocio se har&aacute; m&aacute;s amplio, complejo y espinoso, con objetivos que &ndash;por momentos- parecer&aacute;n contradictorios e instrumentos todav&iacute;a no puestos a prueba.<br />
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Todo esto alterar&aacute; mecanismos de pol&iacute;tica monetaria supuestamente sagrados. Nadie mencionaba esos temas en Jackson Hole, de ah&iacute; la escasa trascendencia de sus seminarios y conclusiones. <br />
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Pero la vida de los banqueros centrales tampoco ser&aacute; la misma ni se limitar&aacute; a asegurar estabilidad manejando indicadores de inflaci&oacute;n. &Eacute;ste fue su cometido desde que Paul Volcker, a fines de los a&ntilde;os 70, lo erigi&oacute; en obsesi&oacute;n. Con el tiempo, analistas y economistas &ndash;los neocl&aacute;sicos- cre&iacute;an saberlo todo sobre ese monstruo.<br />
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Especialmente despu&eacute;s de que, a mediados de los 80, se encontr&oacute; una receta m&aacute;gica, las metas inflacionarias. De hecho, Bernanke se aferra a metas &ldquo;de facto&rdquo;. Su ejemplo, sostienen los ortodoxos, alcanza al Banco Central europeo, aunque &eacute;ste lo niegue.<br />
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Sin embargo, la crisis financiera occidental dej&oacute; en el aire la teor&iacute;a de metas inflacionarias. Por eso, gente como Masaaki Shirakawa (banco del Jap&oacute;n) sostuvo en Wyoming que &ldquo;es hora de revisar ideas establecidas a la luz de los acontecimientos&rdquo;. En buen romance, Bernanke y varios colegas suyos deben replantearse objetivos. Sin esperar la crisis siguiente para descartar las metas inflacionarias y reemplazarlas por metas de precios.</p>
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