<p>Los afectados directos incluyen JPMorgan Chase, Goldman Sachs y Bank of America y otros dos. En conjunto, este año ganarán más de US$ 35.000 millones cada uno operando con derivativos no regulados. Ahora, el gobierno cuestiona hasta qué punto ese negocio seguirá manejado por un puñado de grandes operadores en Nueva York y, por reflejo, en Londres. <br />
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Según el “lobby secreto”, los modelos de negocios para grandes intermediarios “brindan tan pocas oportunidades de hacer diferencia que es preciso defenderlos. Son la mejor manera de alcanzar retornos superiores a 100% anual”. Así proclama, sin sonrojarse, Christopher Whalen, de Institutional Risk Analytics.<br />
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Las escaramuzas tienen lugar en Washington, a puertas cerradas, y las disimula la batalla en torno del seguro social. Es un escenario ideal para banqueros de inversión adictos desde siempre al sigilo. En esta fase, su objetivo es el Congreso y reside en neutralizar o frustrar esfuerzos para regular derivados.<br />
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Ante estos influyentes cabilderos se yergue la opinión pública, irritada por los abusos de banqueros y operadores espléndidamente remunerados por multiplicar dólares virtuales con cada vez menos sustento real. Uno de los segmentos, los pases de crédito en insolvencia y sus coberturas, impulsaron la peor crisis financiera desde los años 30. <br />
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“La gente y las dirigencias no están en favor de esos especuladores ni sus métodos” apunta Richard Lindsey, ex funcionario de la Securities & Exchange Commission (SEC, comisión federal de valores). A su criterio los “lobbies“ no serán escuchados en el Capitolio”. Lindsey conoce el paño: de 1999 a 2006 actuó en la hoy difunta Bear Stearns.<br />
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En un gesto ominoso para el negocio, el gobierno guarda bajo siete llaves detalles y cronograma de la ofensiva contra la plaza de derivados. Se espera que sean parcialmente develados ese mes.</p>
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Wall Street: un lobby secreto en defensa de los derivativos
Poderosos cabilderos libran una batalla para salvar un sector que movía a gusto unos US$ 590 billones en derivativos al mostrador. Lo que pretende Washington o sea Barack Obama- es una drástica reforma de instrumentos creados hace 25 años.