<p>Por cierto, la gobernabilidad de las principales economías del mundo refleja hoy un cambio radical respecto de Basilea (1935) y Bretton Woods (1944). Al terminar la Segunda guerra mundial, en efecto, China, Brasil e India no contaban, salvo en el visionario informe de 1948 que Raúl Prebisch elevó a la comisión económica para America latina (Cepal).<br />
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Otro cambio copernicano transfiere al grupo de los 20 el papel de un desvaído G-8. Ahora surgen dos instancias: un FMI transformado –debe desprenderse de su tecnocracia conservadora- y la junta de estabilidad financiera (JEF, FSD en inglés), un instrumento macroeconómico. No por casualidad, el FMI pasará a Zhou Xiaochüan, gobernador del banco central chino. La JEF va a Mario Draghi, presidente del emisor italiano.<br />
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Pero, lamentablemente, las solución para el problema de las remuneraciones a operadores se inspira en los grandes y letales fondos de cobertura (o sea, los que especulan con derivativos). El financista Warren Buffett ha sido el primero en alertar al respecto. Pese a que dirigentes como Angela Merkel o Nicolas Sarkozy habían criticado duramente esos canales, la influencia de la Reserva Federal (Benjamin Bernanke) y el banco de Inglaterra (Mervyn King) logró algo que bien podría poner en riesgo las reformas y el propio G-20.<br />
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En realidad, las nuevas normas imponen mayores plazos para liquidar esas remuneraciones. Hay una salvedad: los requisitos para capitales de los bancos se aplicarán a los operadores individuales y dependerán de lo cobrado anteriormente. Pero el precio es alto, pues la banca privada retiene el monopolio para negociar títulos no estatales y otros instrumentos financieros. <br />
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Es “un exceso de tolerancia a favor de mercados volátiles y poco transparentes, como si la reforma hubiese sido dictada por Goldman Sachs”, comentaban Nouriel Roubini y Niall Ferguson. Por ejemplo, no queda nada de los parámetros jurídicos presentados por Giulio Tremonti (ministro italiano de economía) en la cumbre anterior del G-20, Londres.</p>
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Nuevas reglas del G-20: ¿hay mucha cautela con la banca?
Las reformas sistémicas propuestas en Pittsburgh, inclusive para el Fondo Monetario Internacional, son inteligentes. Pero las atinentes a limitar las remuneraciones de operadores revelan un exceso de tolerancia con los abusos del sector privado.