<p>Después de todo, ese contexto les permitía a varios países, con Estados Unidos al frente, tomar prestados a China los ingentes fondos necesarios para financiar o estimular sus economías. Lo que era malo hasta 2007 pasó a ser bueno en 2008/9 y hoy, claro, torna a ser malo. Por ende, regresa la ortodoxia estadounidense.</p>
<p>La receta no ha cambiado: yüan más caro y, en un futuro, flotante. Vale decir, exportaciones chinas más caras que permitan competir a otros (léase EE.UU y Unión Europea). Por supuesto, esos críticos soslayan los subsidios que amparan a productores agrícolas ineficientes de ambas áreas y Japón.</p>
<p>Paul Krugman, Nobel 2008, resume la cuestión en el sitio del <em>New York Times</em>: ”China es ya una potencia financiera y comercial, pero no actúa como sus competidoras occidentales. En vez, sigue normas mercantilistas –como Gran Bretaña en el siglo XIX- y mantiene superávit artificiales en su intercambio”. De pronto patriota, el discípulo de Paul Samuelson califica esa política de “predatoria, pues cuesta US$ 1.400.000 puestos laborales norteamericanos”.</p>
<p>En otros términos, dos tercios del desempleo en diciembre. Washington y otros gobiernos sostienen que ajustar hacia arriba el yüan es clave para evitar otra crisis financiera en las economías centrales. Pero China no tuvo nada que ver con el descalabro de malas hipotecas, el colapso financiero ni la recesión de 2008/9.</p>
<p>No obstante, Krugman es más sutil. “El masivo ahorro interno chino, puesto en reservas internacionales libres –afirma- contribuyó al exceso de endeudamiento externos que permitió, particularmente a EE.UU., llegar a tasas básicas de 0 a 0,25% anual”. En una voltereta dialéctica, el economista vincula la última crisis sistémica occidental, desde el colapso inmobiliario de 2006, a la política cambiaria china.</p>
<p>El columnista no menciona el otro caso de alto ahorro interno y moneda barata: Japón y el yen desde 1990/1. Tampoco recuerda que, desde la crisis de 1987/8, EE.UU. es una economía que casi no ahorra: sus burbujas a partir de 1997/2001 se han financiado con ahorro externo vía letras de tesorería.</p>
<p>Por otra parte, analistas de la escuela de negocios Wharton creen que, en el largo plazo, “China misma se beneficiará con un yüan alto y flotación cambiaria. Pero no será un proceso fácil para Beijing ni Washington”, sostiene Richard Marston. A su juicio, “la repreciación de a moneda morigerará la inflación y evitará contramedidas en occidente”.</p>
<p>Su colega Franklin Allen llega al extremo de calificar como una rémora las reservas chinas por US$ 2,4 billones, de los cuales dos tercios, unos 1,6 billones, se expresan en dólares. Pero, realista al fin, estima “contraproducente presionar todo el tiempo a Beijing. Al cabo, ese gobierno admitirá que un mayor grado de flexibilidad cambiaria le resultará ventajoso”.</p>
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Vuelven las presiones sobre China y el yüan barato
Mientras duraron la crisis financiera y la recesión en occidente, muchos críticos de Beijing y su política cambiaria no abrían la boca. Ahora, una lenta reactivación hace que esos círculos vuelvan a la carga y con los mismos argumentos.