<p>Sin encarar directamente una respuesta, científicos a ambos lados del Pacífico barruntan que, en ciertas áreas caliente, los riesgos han aumentado. Así señala el caso de Haití y su cadena de sacudidas tras el terremoto inicial en Puerto Príncipe.<br />
<br />
Pero los sismos latinoamericanos tienen una interpretación social y económica preocupante. Con tres puntos menos que Chile (230 muertos), la catástrofe haitiana costó muchísimas más vidas (unas 150.000). En realidad, los daños materiales trasandinos –viviendas, edificios, carreteras, bienes diversos- resultaron muy superiores a los de la isla caribeña.<br />
<br />
La explicación es simple: Chile es una economía emergente y su larga experiencia en sismos y maremotos le ha servido para establecer redes de salvamento, emergencias médicas y asistencia a damnificados. Por el contrario, Haití es uno de los países más pobres y subdesarrollados del planeta y el de condiciones sociales más duras en Latinoamérica.<br />
<br />
Como en el África subsahariana, Asia meridional y sudoriental, la vida humana vale poco. Particularmente en Bangladesh (145 millones en 144.000 km2, el tamaño de Mendoza) o Indonesia (Java es más chica y contiene 125 millones). La primera está a merced de inundaciones monzónicas y maremotos, la segunda combina sismos, maremotos y volcanes activos.<br />
<br />
Sin las carencias de Haití, empero ambos países son estructuralmente demasiado pobres para mantener sistemas de emergencias y salvamentos. Por ahora, otro centro de pobreza y violencia, el continente africano, parece exento de sacudidas terrestres. En el otro extremo de la gama, los científicos japoneses en efecto sospechan que el globo pasa por una fase aguda de temblores que, como puede suceder en Chile o Argentina, no excluyen renovada actividad volcánica.</p>
<p> </p>
<p> </p>
Algunos se preguntan si la Tierra no tiembla por demás
El nuevo sismo chileno y su secuela de maremotos marcaban 8,8 en la escala Richter. Menos que el pico de 1960 (9,5) en el mismo país. Pero, desde el 7,5 de Haití, cunde la idea de que el planeta se sacude más que antes. En especial, las Américas.