<p>Todo eso mientras, en los papeles, Bélgica asumirá el 1º de julio la presidencia semestral de la Unión Europea. La historia es larga y demasiado complicada para un territorio poco mayor que Tucumán o Misiones.<br />
Para empezar, no hay partidos políticos nacionales sino étnicos. En teoría, un ciudadano residente en Flandes sólo puede votar un partido regional y uno de Valonia debe conformarse con un partido francófono. Pero, en el distrito Bruselas-Hal-Vilvorde (BHV), se permite votar por cualquiera de ambos.<br />
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Los valones se oponen a dividir BHV –donde reside el rey-, como exigen los flamencos, que hablan una variante del holandés, pero no son luteranos ni calvinistas, sino católicos romanos. En total, el país abarca veintisiete comunas en tres regiones. Por su parte, los valones consideran Bruselas como parte del territorio francófono.<br />
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Más intransigentes, los flamencos sostienen que todo quien viva en su región debe aprender el idioma, muy afín al holandés. Eso no incluye volverse protestante ni reunirse con los Países Bajos. Esta diferencia religiosa permitió a Londres inventar Bélgica como estado tapón entre Francia (que retuvo un fragmento de Flandes), Holanda y Hannover, gobernado… por el rey inglés en ese entonces.<br />
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Recién en los años setenta, los belgas iniciaron un proceso de descentralización que condujo a la reforma constitucional de 1993 y a una división en tres regiones: Flandes, Valonia y Bruselas. Pero subsiste ua desigualdad de fondo: hay seis millones de flamencos contra apenas 3.500.00 valones y un millón bilingue en BHV, la cuña entre las otras dos.<br />
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Ahora, ante crecientes presiones separatistas de los primeros, Jan Balkenende (primer ministro holandés) y Jean-Claude Juncker, su colega luxemburgués, han iniciado una mediación en apoyo de Alberto II. Tienen un serio motivo: los tres países forman desde 1944 el Benelux, una unión económica y financiera. En medio de la crisis, estalla un escándalo alrededor de Roger Vangheluwe, obispo de Brujas depuesto y acusado de abusar de menores. <br />
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Bélgica, entre el separatismo y las elecciones anticipadas
El rey Alberto II no duerme en paz. Primero, la caída del gabinete. Segundo, los flamencos creen condenada a muerte la unión gestada por Gran Bretaña en 1830. Hay seis millones de flamencos contra apenas tres millones y medio de valones y un millón bilingue en BHV, la cuña entre las dos regiones.