<p>Ahora, la exposición pretende constituirse en ejemplo de la internacionalización china y modelo de reconocimiento global. En este sentido, la muestra está a la par de las olimpíadas de 2008, que coincidieron con el pico de la crisis sistémica occidental de 2006/9.<br />
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En los papeles, esta feria mundial –que durará seis meses- convoca a más de 200 países y organizaciones, además de 70 millones de visitantes. No obstante, a diferencia de los juegos olímpicos, su significado es esencialmente local.<br />
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Ello explica el alto perfil puertas adentro y el escaso interés externo. Salvo entre gobiernos y grupos empresarios ávidos de generar buena voluntad o hacer negocios. Ya los costos de la exposición, más de US$ 50.000 millones, lo subrayan claramente: las obras tienen el fin de mejorar una infraestructura que será el legado real del proyecto.<br />
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Por supuesto, ExpoShanghai 2010 también busca estimular el secular orgullo nacional. Pero, como sucede con gestos similares de Taiwán, pone de manifiesto un desfasaje entre las percepciones locales y externas. En ciertos casos –la represión de Google y de separatismos en Tibet, Qinghai o Xinjiang-, hay choques entre imágenes.<br />
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Abrió ExpoShanghai 2010, sin trascendencia exterior
Desde hace tiempo, China venía considerando ser anfitriona de un acontecimiento en escala internacional. En cierto modo, Beijing retornaba al estilo del último imperio o la república de Sun Yixian (Sun Yat-sen) y Shanghai era una joya multiétnica.