<p><strong>Ejemplo malayo y final abierto </strong><br />
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Vuelve a la emisión y señala sus discrepancias con respecto al enfoque del Fondo y sus advertencias con respecto a la inflación que provocaría. Es en ese momento cuando marca una paradoja: "La entidad, que no quiere emisión monetaria para no generar inflación, está convalidando un tipo de cambio que ya nos está llevando a una inflación, que llegó a 30% en los primeros cinco meses del año, con una base de 60% anual. Es una inflación absolutamente perversa porque es fruto del aumento de costos como consecuencia de la disparada del dólar, y en un contexto de retracción permanente de la actividad productiva".<br />
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"Todos los países desarrollados del mundo emiten sin contrapartida. Tienen una política inteligente de emisión focalizada, que no tiende al reparto, sino a financiar la recuperación productiva. Estoy convencida de que, en el corto plazo, el sector público será deficitario, pero eso se podrá modificar a partir del aumento genuino en la recaudación tributaria", completa. <br />
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Desde un arco del pensamiento económico se afirma que estas políticas proactivas no cuentan con la venia del FMI, y que su aplicación pone a un país en situación de ruptura. Marcó del Pont recuerda un caso exitoso de reactivación, que no contó precisamente con un apoyo entusiasta del organismo. "Siempre hago referencia al caso de Malasia. En 1998, en una situación de fuerte caída económica, y advirtiendo que las políticas que le pedía el FMI a cambio de ayuda profundizarían la tendencia, decide no recurrir a la entidad, planteando una estrategia alternativa expansiva. Un control de cambios, anclando el nivel de su moneda, ya que al controlarla tiene una política monetaria expansiva y sigue un camino distinto". <br />
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El resultado fue elocuente. "Resultó notable ver cómo, después de haber sido duramente criticada por el FMI, el pensamiento ultraliberal y establishment económico, Malasia obtuvo resultados mucho más rápidos y mejores en términos de menor caída de salario y empleo". <br />
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Marcó del Pont observa con perspectiva un escenario que antes definió como de "crisis estructural y no coyuntural". Así y todo, en este estado de crisis estructural, la analista se aproxima a la viabilidad de la Argentina, una viabilidad que el FMI puso en duda en el último año a través de todo tipo de señales. "La Argentina está en crisis y de las crisis se sale. Eso no significa que la salida sea virtuosa. El país salió de la crisis del Tequila en 1994. Ahora, se encuentra en una crisis a partir de la cual se puede llegar a una situación de concentración económica, de cristalización de determinadas situaciones estructurales, como la caída de los salarios, que haga que a partir de esta situación reducida haya determinados nichos donde sea rentable producir, como la exportación de alimentos e hidrocarburos". Y agrega: "Pero eso significa cristalizar un nivel de desocupación en torno a 25%, un nivel de pobreza de 50% de la población, un achicamiento del mercado interno y la inviabilidad de economías regionales. No descarto que en el mejor de los escenarios, aun sin dolarización, se llegue a un acuerdo con el FMI y se estabilice el dólar en torno a $ 3,20 y, como dice Roberto Lavagna, el motorcito empiece a funcionar; pero ese motorcito, en las actuales circunstancias, significa, en el mejor de los casos, mantener estos problemas estructurales". <br />
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¿Cuánto tiempo puede soportar una economía ese tipo de problemas estructurales? Mercedes Marcó del Pont hace una pausa y responde. "Socialmente es insostenible. Salvo que haya un golpe represivo muy fuerte, lo único que nos puede sacar de esto es la movilización popular. Pero no veo cuál es el canal que permita materializar esa movilización en algo superador", termina.</p>
<p><strong>Esto decía el texto de aquel entonces. </strong><br />
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La economista de la Fundación de Investigaciones para el Desarrollo (Fide) propone recetas inadmisibles para el establishment económico internacional. <br />
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"Hay una cuestión curiosa", dice Mercedes Marcó del Pont. "Se salió de la convertibilidad porque no había más remedio. Pero se sigue manejando la economía con la misma lógica y perspectiva de ese régimen. Esa lógica indicaba que no había emisión sin ingreso de divisas del exterior que permita monetizar, algo contractivo frente a shocks externos. Se supone que se plantea la salida de la convertibilidad para dar liquidez a las reservas argentinas. Pero se advierte que el Gobierno sigue teniendo la misma mirada que antes. Roberto Lavagna dijo: 'Cuando acordemos con el FMI y la Argentina comience a tener alguna línea de créditos de los organismos internacionales se podrá plantear la prefinanciación de exportaciones', demostrando que ve a la economía con la misma lógica que rigió en la convertibilidad." <br />
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Éste es uno de los puntos de partida desde los que la economista de la Fide abre un debate y marca límites con el llamado pensamiento único. Habla de la ortodoxia económica, de la demanda de dólares en un contexto de desconfianza, que en las últimas semanas alcanzó al ámbito regional, y de la emisión monetaria, un tema que muchos consideraran una "herejía".<br />
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"Es imposible salir de la actual depresión económica hacia un esquema superador si no se avanza en determinadas políticas, que a los ojos del pensamiento ortodoxo neoliberal son herejías. Puede haber mayor déficit fiscal y emitir para financiar ese déficit, por lo menos en el corto plazo. Hablo de políticas activas en materia de financiamiento, generando fideicomisos para el capital de trabajo para las empresas." <br />
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También se formula el interrogante que se teje en derredor del destino que puedan tener esos fondos generados por esas políticas activas por parte del Estado. "No se puede descontar que en algún punto haya alguna filtración para que ese dinero vaya a la compra de dólares. Pero no creo que, si el sector público genera mayor déficit por duplicar o triplicar los subsidios de $ 150 que se le entregan a mucha gente, que hoy no alcanzan para comer dignamente, ese dinero se use para comprar divisas". <br />
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Por el contrario, la economista afirma que se utilizarán para recrear un mercado interno. "Hoy las expectativas que la gente tiene son las de un país totalmente paralizado, que caerá más, con más ajuste y sin señales de que se dé prioridad a la recuperación del salario, del mercado interno o de la producción. Debe haber simultaneidad en las medidas de un plan, en su orientación general. Este proceso incluye a la resolución del corralito financiero, a la creación de nuevas opciones de ahorro, y al financiamiento de fondos para capital de trabajo para que las empresas capitalicen las mejores condiciones competitivas que se le presentan, además del planteo de una política distributiva de ingresos más ambiciosa que la que propone el Gobierno, que lo único que tiene claramente es una intención política". <br />
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Marcó del Pont vuelve sobre las "herejías" y afirma que al programa que menciona "habrá que financiarlo con emisión. Esto mejora muchas cosas, como la situación de las Pymes nacionales y la recaudación, lo que significa entrar en un círculo distinto al tenemos", asegura. <strong><br />
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<p><strong>Lord Keynes y la emisión </strong><br /> <br /> Entonces, habla de que ese financiamiento de fondos de capital podría realizarse por medio de "un fideicomiso, a través del Banco Nación o de la banca nacional pública o privada, para que las empresas descuenten un flujo futuro de fondos. Esto se convierte en compra de insumos y salarios. Son políticas activas. A diferencia de lo que plantea el Gobierno, no creo que esto traiga aparejado un escape al dólar, si se pone realmente para dinamizar la actividad productiva. Lo que genera el escape al dólar es la política de emisión irrestricta por parte del Banco Central para cubrir la situación de los bancos que no pueden devolver los depósitos. Por eso, es fundamental que todo el programa esté articulado". <br /> <br /> La postura de un Estado que emite a través de su autoridad monetaria, con políticas proactivas para apoyar la reactivación, traen a colación el plan de intervención en la economía que salvó a Estados Unidos luego del crac del '29: cavar pozos para volver a taparlos. El keynesianismo. La pregunta surge, casi obvia: ¿hay lugar para el keynesianismo en la Argentina de hoy?.<br /> <br /> "Siempre hay lugar si existe una estrategia no alocada ni populista, que se asiente en condiciones objetivas". Marcó del Pont afirma que estas condiciones son "el superávit en cuenta corriente y capacidad productiva, que hoy funciona a 50%. Se dice que el problema fundamental de la Argentina es la insuficiencia de demanda. Con el tipo de cambio, lo que se hizo en teoría fue recomponer la competitividad para la producción nacional." <br /> <br /> La economista también remarca que la producción nacional en lo que hace al mercado interno para sustituir importaciones está condicionada por la falta de capital de trabajo y un mercado que declina. Pero aclara que, si se genera un shock redistributivo para crear, por ejemplo, una mejora en los ingresos de población, se aumenta la demanda frente a una oferta del aparato productivo que no trabaja a 100%, como sucedía en la década del '80. "Hay capacidad ociosa", puntualiza, subrayando que ese aparato productivo tiene espacio para absorber esa demanda sin generar un aumento de precios.<br /> <br /> "Hay que emitir dinero", dice sin dudar, para luego referirse a los condicionamientos que puede formular el FMI con respecto a esta decisión. "El acuerdo con el FMI tiene que venir después del proceso que mencioné. Hay que armar un programa económico para salir de la depresión. No se ha inventado nada en la Argentina ni en ningún país, aun en Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre, para salir de una depresión que no sea emitiendo dinero, con mayor gasto fiscal, baja de tasa de interés y aumento de los créditos. Así salieron los países en crisis". Por eso, la analista de Fide cree que "la Argentina está en una situación que no es coyuntural sino estructural. Necesita inevitablemente salir a través de políticas activas keynesianas. Una vez que se plantee un proyecto que sea consistente en el manejo del mercado de cambios, el manejo monetario o la política fiscal, cuando se vuelva a poner a la Argentina en un sendero de crecimiento, donde los equilibrios macroeconómicos se den en función de la expansión en la base productiva, se podrá negociar con el FMI." </p>