<p>Así denuncia Robert Reich, ministro de trabajo bajo William J.Clinton y docente en la universidad de California (Berkeley). “Esta catástrofe puede abrirles la puerta a los talibán, dada la magra ayuda internacional en curso. Estados Unidos ha comprometido apenas US$ 150 millones y doce helicópteros para acercar alimentos y atención medica. Otros países ricos ofrece todavía menos: US$ 48.500.000 provendrán de Gran Bretaña, diez millones de Japón y un vergonzoso millón de Francia”.<br />
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Pero Washington “malgastará este año más de US$ 100.000 millones en operaciones militares contra los talibán en Pakistán mismo, empleando doscientos helicópteros”, observa el autor del <em>Trabajo de las naciones</em>. Las fuerzas armadas de un régimen autoritario ahíto de corrupción “se habrán fagocitado este año US$ 2.000 millones de los contribuyentes norteamericanos”.<br />
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Sin embargo, sostiene Reich, “occidente debe ayudar a que ese país se levante. La mitad de su economía depende del algodón, pero gran parte de las tierras no puede cultivarse porque el desastre arrasó aldeas, puentes, caminos y redes irrigatorias. Para peor, ya en 2009 el congreso norteamericano frenaba un paquete de US$ 7.500 millones destinado a los civiles, justamente para obras de infraestructura física. Ahora, la cifra debiera cuadruplicarse. En vez, EE.UU. grava 17% la importación de textiles e indumentaria pakistaníes. ¿Cuántos puestos laborales protegemos con una política tan absurda?”.<br />
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Según nota el economista, “nuestra seguridad se liga al futuro de Pakistán, cien de cuyos 175 millones de habitantes tienen menos de veinticinco años. Entretanto, la guerrilla afgana, establecida desde los 80 en el noroeste, aprovecha las inundaciones para hostigar puestos militares y policiales, desguarnecidos a causa de la catástrofe”. En varios sentidos, la avaricia internacional repite lo hecho este mismo año en Haití: un espectáculo al principio y creciente indiferencia después.<br />
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Por supuesto, Pakistán no es el único golpeado por los monzones de este año, aunque sí el más afectado y por lejos. Amén de 1.500 muertos y 20 millones sin techo, hay 800.000 personas accesibles sólo por aire. Las amenazas sanitarias más serias son prolongaciones de endemias locales como el cólera, la malaria o la disentería (por falta de agua potable). Hasta ahora, Naciones Unidas –con 70% del fondo por US$ 460 millones para emergencias en Asia meridional- y cinco organizaciones no gubernamentales siguen al frente, pero casi sin compañía. <br />
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Reich: u occidente asiste a Pakistán o tercian los talibán
La tragedia se agrava. Los aluviones dejaron sin hogar a veinte millones, 20% del país anegado y 3.500.000 niños en riesgo de hambruna, cólera y otras epidemias. Pero el déficit de asistencia es propicio para la intervención de guerrillas afganas.