<p>“Los capitanes del dinero y los guardianes del sistema ignoraron múltiples advertencias. Por ende, omitieron cuestionar, entender y gestionar crecientes riesgos en desmedro de los intereses públicos”. Así arranca un informe de 545 páginas difundido en Internet por el comité investigador de la crisis financiera (FCIC en inglés). “No fueron tropiezos, sino errores garrafales”. <br />
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Las conclusiones, oficialmente conocidas este jueves, fueron convalidadas por la mayoría demócrata del comité, no por los tozudos republicanos. Peor, pues la oposición produjo dos dictámenes acusando al oficialismo de “pergeñar una larga retahíla contra Wall Street, sin descubrir qué sucedió en realidad”.<br />
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Estos roces políticos y la existencia de tres veredictos –sólo uno oficial- probablemente resten fuerza al comité al momento de decidir reformas regulatorias. Por otra parte, el pasaje del mayor paquete de normas financieras desde 1933 y la vuelta a la rentabilidad de bancos privados, también restan relevancia al informe. En buena medida, gracias a rescates por dos billones a cargo del contribuyente, detalle que la derecha republicana, Tea party inclusive, no tiene en cuenta. <br />
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Cuando el parlamento creó el FCIC en 2009, se lo saludó como la mejor ocasión de poner en claro qué había causado la crisis financiera y cómo juzgar a los responsables. No sin exageración, se comparaba el panel con el armado para investigar los atentados de septiembre de 2001. Pero el FCIC ni siquiera formuló recomendaciones concretas. Como ironizó el diputado Christopher Dodd, “Wall Street puede más que al-Qa’eda”.</p>
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Crisis, culpa de Wall Street y de Washington
El grupo convocado por el Congreso para investigar la génesis de la crisis sistémica (2007/09) encontró dos causantes. Una, la codicia del negocio financiero. Otra, la ineficacia de los reguladores federales. Sin ellos, otro gallo habría cantado.