<p>Notorio por sus sermones por la cadena al-Jazeera, este hombre de 82 años tiene una audiencia de cuarenta millones en el mundo árabe. El 29 de enero, anunció la caída de Hosni Mubarak en Egipto. El sermón del lunes, además, pedía a diplomáticos y funcionarios libios “disociarse del régimen de Trípoli y condenarlo”. Exactamente lo que hacen docenas de embajadores alrededor del globo.<br />
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En lo que muchos medios definen como “manotazos de ahogado”, Ghadafi y su primogénito Se’if al Islam apelaban este martes a cazas y helicópteros para diezmar rebeldes en el noroeste. En el noreste, por el contrario, en la segunda ciudad (Benghazi) y su área –en particular el puerto petrolero cercano a Tobruk- arreciaba la resistencia. Por ejemplo, dos aviones Mirage rompieron filas y aterrizaron en Malta.<br />
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Con Trípoli en llamas, otra batalla empezaba al sur, donde tribus beduinas de habla tuáreg y tebú en Dyebel Mefusa y otros puntos se han alzado contra el gobierno. Por la tarde, se daba una situación curiosa: el noroeste (Trípoli) y el sur luchaba con más intensidad, pero al noreste de proclamaba “una Cirenaica autónoma”. En ese momento las estimaciones sobre muertos oscilaban de 300 a 500 y continuaba sin haber cálculos de heridos.<br />
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“Genocidio y crímenes contra la humanidad. Será preciso que La Haya juzgue a Ghadafi”, sostenía Ibrahim Dabashtí, vice-embajador en la ONU. “No dimito porque represento al país, no al régimen”, señaló olvidando sus lazos con la familia en el poder. Desde Beijing o Delhi hasta Brasilia o Sudáfrica, sus colegas lo imitaban y su número pasaba de doce. Los ministros de justicia, Abud al-Dyeleil, y del petróleo, Shukrí Ghanem, han escapado.<br />
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Con Estados Unidos y Japón por demás cautos, la Unión Europea se divide entre duros –Alemania, países escandinavos, Gran Bretaña- y blandos, por ejemplo Italia, España, Francia, Portugal, etc. Un caso extremo es Alexander Stubb, canciller finés, que exigió hoy en Bruselas “sanciones contra la familia Ghadafi”. <br />
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De pronto, una fatwa contra Muammar Ghadafi
El imán sunní Yusuf al-Qaradawí, a pedido de las tribus libias, emitió un decreto religioso. Ordena a todo soldado matar al coronel para librar al país. Esto recuerda las fatwa de 1912 y 1922, cuando el enemigo era Italia, no ya los otomanos.