<p>Cientos de omaníes chocaban este fin de semana con la policía antimotines en el puerto de Sohar, al noreste de desértico país. Circundado por Saudiarabia y Yemen, también limita con la Unión de Emiratos Árabes y, dato interesante, controla la costa meridional del estrecho de Ormuz.<br />
<br />
Tras dos días de violencia, el sultán –sólo hay otro, en Marruecos- Qabús bin Said, que maneja desde hace cuarenta años este país petrolero, ordenó “crear por decreto 50.000 puestos laborales y dar un subsidio mensual de US$ 385 por desocupado”. El soberano tuvo la astucia de invocar la shariyá, ley canónica del Islam.<br />
<br />
Las manifestaciones se iniciaron en paz el sábado (lunes musulmán), pero desbordes policiales trastornaron las cosas al emplear balas de goma. En respuesta, la gente incendió varios edificios públicos, entre ellos una comisaría y automóviles oficiales. La agencia noticiosa oficial hablaba de saboteadores y ataques a la propiedad. Pero la reacción política del sultán tenía otra lectura.<br />
<br />
Según fuentes occidentales, unas dos mil personas se habían concentrado en la plaza del puerto exigiendo reformas sociales, trabajo y aumentos. La policía empezó lanzando gases lacrimógenos, pero luego se desmandó y apeló a balines. Una imagen subida a YouTube mostraba el cuerpo de un hombre mientras dos blindados lo pisaban <br />
<br />
Más tarde, intervinieron helicópteros militares. Ya en la segunda jornada de peleas, la ola envolvía a Swaik y Matraj, a las puertas de Máscate, la capital. Según medios de la UEA (zona otrora conocida como “Omán de la tregua”), no estaba claro qué podría suceder ahora o si las urgentes medidas de bin Said surtirían efecto a tiempo.<br />
<br />
Los acontecimientos en la moderna Túnez presentaban un panorama inverso respecto del feudal Omán. En pleno Magreb, el ahora ex primer ministro Ghannushí fue expulsado del cargo y el país, como no hace mucho le sucedió a ben Alí. Pero en la capital hicieron falta cinco muertos.<br />
<br />
También se necesitaron semanas de disturbios para desplazar a quien la gente veía como símbolo de corrupción y legatarios del régimen depuesto. Sin opciones, el presidente interino Fuad Mebazaa echó mano al ex ministro de interior, Bedyí Caíd-Esebsí, para reemplazar al dimitente. La pequeña república en teoría parlamentaria fue la catarsis que inició la ola de revoluciones que desembocó en el fin del egipcio Hosni Mubarak y el sangriento proceso que está liquidando al libio Muammar Ghaddafi.</p>
<p> </p>
Mientras Omán protesta, Túnez echa al premier
Tras una quietud de siglos, el sultanato de Omán la monarquía más antigua de la península arábiga- se suma a los disturbios panmusulmanes con dos muertos. Túnez, por su parte, depone al último hombre del prófugo Zin ben Alí, Mohammed Ghannushí.