<p>El periódico lleva la cuenta de defecciones al minuto vía Facebook. A este martes, el régimen perdía la mitad de sus embajadores en el mundo, especialmente árabe, el procurador fiscal, el gobernador de Adén –segunda ciudad de país-, una lista de tribus y una horda de dirigentes políticos o sociales.<br />
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Razones para esta dispersión sobran. La principal surgió este viernes –día de oración equivalente al domingo cristiano y al shabbat judío-, cuando la policía, se dice que drogada, disparó sobre una multitud en la plaza universitaria de Sana’a. No menos de 45 manifestantes fueron ultimados.<br />
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Esta masacre aceleró las deserciones y dos militares de rango acompañaron al general al-Ahmar. Por su parte Saleh, llega a su año 32 de dictadura afrontando una creciente merma de jefes tribales y, por lo visto, castrenses. En realidad, el deterioro del gobierno data ya desde enero, pero los medios occidentales no lo advirtieron hasta fin de febrero.<br />
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Al-Ahmar bajó el lunes a la plaza y proclamó su defección. Lo hizo junto con cuatro comandantes de área y sus vehículos blindados. Estas fuerzas se hallan desde hoy rodeando la universidad y la plaza Tahsir (sí, liberación, como en El Cairo), dispuesta a impedir que la policía vuelva a atacar.<br />
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El general disidente no es un cualquiera. Durante la guerra civil de 1994, garantizó personalmente la intervención para derrotar la secesión en Yemen sur. Pero ahora habla de otro modo: junto con el jeque Sadeq Husein, declara que “el país no es propiedad ni feudo de la familia Saleh”.</p>
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En Yemen, generales que bajan a las plazas
Las fuerzas armadas son fieles al presidente Alí Abdullá Saleh y frustrarán el golpismo, sostiene Mohammed Nasser Ahmed, ministro de defensa. Pero el general Alí Mohsín al-Ahmar ha desertado y no está solo, señala Al-Masdar, diario independiente.