<p>Las medidas aprobadas en la supercumbre de la Eurozona son varias, complejas y poco gratas a los ortodoxos del Banco Central Europeo. Por ejemplo, marcan los primeros pasos hacia un eurobono y recortes a la peligrosa influencia de Standard & Poor’s, Moody’s Investors Service y Fitch Ratings. Vale decir, las puntales de un sistema que, desde Londres, Nueva York y Singapur, promueve la especulación financiera mayorista y el negocio de los derivados.<br />
Sea como fuere, lo del jueves es un crac inducido. La herramienta clave es el Fondo pro Estabilidad Económica y Financiera, eventual origen de un fondo monetario europeo. El FEEF coordinará con el FMI y el BCE el “plan Marshall” por € 109.000 millones, esto es el segundo rescate griego en menos de dos años.<br />
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Bancos e inversores privados –tenedores de títulos soberanos helenos- participarán “voluntariamente”. En su caso, las principales opciones serán el canje de bonos por papeles a mayor plazo y de menos rendimiento (desagio). Se estima que esta parte del paquete ascenderá a € 37.000 millones.<br />
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Entretanto, el estado griego, con créditos de toda la Unión Europea, recomprará los nuevos títulos con quita sobre el precio inicial (€ 12.600 millones). Por su parte, el FEEF podrá recapitalizar los bancos y adquirir los débitos de otros países en dificultades. Naturalmente, el general George Marshall tenía otras ideas en 1944/9 y su revolucionario esquema abarcaba Japón.<br />
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Hasta el momento, el paquete privilegia la suerte del euro más que las de Grecia, Portugal, etc. En efecto, el salvamento implica la malventa de activos estatales estratégicos a tenedores de bonos (por ejemplo, usinas eléctricas, comunicaciones y puertos). Este lado negro del rescate entusiasma a Jyrki Katalnen, primer ministro finés, que pide a Atenas “dar en garantía la Acrópolis, el Partenón y otros bienes culturales de la antigüedad clásica”. No es un chiste.</p>
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Grecia: crac inducido y un plan Marshall
Grecia obtuvo algo que aterra a las calificadoras sin conformar a los economistas sistémicos: un rescate de 109.000 millones, préstamos que pasan de 7,5 a treinta años y tasas que ceden de 4,8 a 3,5% anual. Pero la euforia bursátil fue exagerada.