<p>Por un lado, tropas de Bengasi están rodeando Trípoli desde el oeste, el este (al-Jum) y el este (Gharyán). Por el otro, los efectivos del coronel optan por no presentar pelea y refugiarse entre los restos de Sabrata –patrimonio de la humanidad- y otras antiguas poblaciones en el rincón noroeste de Libia.<br />
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Sa’íf al Nasr, representante del consejo transitorio (Barka y Cirenaica, este del país), es terminante “Ghadafi será completamente derrotado al terminar Ramadán”, sostiene en París aludiendo a agosto. No obstante, como viene sucediendo desde hace tres meses, esas palabras suenan a prematuras.<br />
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Especialmente, porque los propios rebeldes están acosados por sus propias divergencias intestinas. Sin embargo, tras seis meses de guerra civil y el estancamiento de mayo a julio, los separatistas han logrado lanzar una ofensiva a gran escala, cubiertos por los aviones aliados. No sólo eso sino que, por vez primera, las guerrillas han bloqueado las comunicaciones terrestres alrededor de Trípoli misma.<br />
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Precisamente esto constituye una amenaza a la sobrevivencia de ruinas fenicias, griegas y romanas que ni siquiera las invasiones árabes de los siglos VII a IX habían borrado del mapa. Por de pronto, los gobiernos de Túnez, Egipto, Italia y Grecia formulan continuos llamados a salvar Sabrata y otros puntos en peligro de desaparecer víctimas de los ataques tripolitanos.<br />
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En otro plano, la vulnerabilidad de Ghadafi queda expuesta con la fuga a El Cairo de Nasr al Mabruk, nadie menos que el ministro de interior, con la familia. El ex funcionario ya se reunió con Abdullá al Jatib, enviado de Naciones Unidas a nuevas negociaciones secretas.</p>
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Una ciudad fenicia rehén de Ghadafi
Sabrata fue fundada por Tiro hace 29 siglos y refundada por Roma hace 18. La desesperación del raís puede borrar sus impresionantes ruinas: 70 km al oeste de Trípoli, son escena de una batalla que alcanza a Zawiya, apenas 40 km de la capital.