<p>Cuando un director ejecutivo anuncia una nueva estrategia a sus accionistas a sólo nueve meses de asumir su puesto, por lo general espera aplausos y no una alarma generalizada y una caída de 20% en el precio de las acciones.<br />
<br />
Eso fue lo que ocurrió el pasado mes de agosto cuando Apotheker anunció su plan de comprar a un precio altísimo Autonomy, la compañía británica de software, y desprenderse de la división H-P de computación personal. La medida irritó a los accionistas, que inmediatamente expresaron su disconformidad. <br />
<br />
Muchos observadores señalan hoy la responsabilidad que le cabe al directorio, que aceptó pasivamente el cambio de estrategia y en cuanto el clima se enrareció, decide echarlo. <br />
<br />
Tom Perkins, ex miembro de la junta directiva de Hewlett Packard, escribió en el New York Times que “es el peor directorio en toda la historia empresarial del país”. Relata a modo de explicación que cuando la comisión encargada de buscar nuevo CEO se decidió por Apotheker, invitó a la junta directiva a que lo conocieran. Ninguno lo hizo. El directorio entero – sus doce miembros – votó su nombramiento sin entrevistarlo primero. <br />
<br />
Si se tiene en cuenta que ese cuerpo directivo ya había sido muy criticado por la forma en que echó al anterior, Mark Hurd, llama mucho la atención que ninguno de sus integrantes se tomara la molestia de conocer al sucesor antes de nombrarlo. Eso significa, para algunos analistas, una violación de las obligaciones fiduciarias de un directorio.</p>
<p> </p>
Negligencia en el directorio de Hewlett-Packard
La inminente remoción de Léo Apotheker como CEO de Hewlett-Packard a menos de un año de ser nombrado, es vista no sólo como un fracaso del CEO sino como responsabilidad del mismo directorio que lo nombró.