<p>Por otra parte, esbirros de Bashar al-Asad hacen desaparecer disidentes refugiados en el exterior. Cooperan en esta campaña los iraníes y el Hezbollá libanés. Ante eso, la oposición en Siria misma se arma para presentar batalla.<br />
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Se trata de la mayoría de población sunní, enfrentada desde siempre a la minoría alawí, o sea shi’ita. La guerra incluye sabotaje de transportes, oleoductos, terminales, etc. Según la inteligencia norteamericana e iraquí, crecientes grupos de civiles armados controlan los accesos a ciudades claves y protegen a mezquitas.<br />
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Entretanto, aumenta la deserción en las filas del ejército y la policía. En general, los mandos medios son sunníes y detestan a la conducción alawí, abroquelada alrededor de los Asad. Ni siquiera falta el ingrediente conspirativo, en forma de las formaciones Hizb al-Tharir, vinculadas a al-Qa’eda.<br />
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Sin duda, el conflicto va mutando en guerra civil lisa y llana. Unas fuerzas armadas bien pertrechadas –superiores a las de Egipto o Irak- chocan constantemente con grupos de francotiradores. Hay un caso emblemático: el coronel Abdel Harmush escapó días atrás a Turquía, desde donde denunció los excesos del régimen. Pero, este fin de semana, su imagen estaba de vuelta en la televisión estatal siria. Parece que el espionaje de Angora lo vendió a cambio de una lista de kurdos secesionistas.</p>
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Riesgo de guerra civil: oposición siria en armas
El régimen de los Asad nunca ha mostrado piedad. Su milicia alawí, Shabiyha, ha matado unas 2.800 personas y exiliado unos siete mil. Ahora, empero, sus opositores han tomado las armas en Alepo, Latakia, Hama, Homs, Deraa y Damasco, la capital.