<p>Las primeras herramientas generaban bonos cuyo valor lo avalaban títulos hipotecarios suscriptos por familias sobreendeudadas. En cambio, los TCCP eran seguros de que un banco afrontaría situaciones de insolvencias. Los dos canales representaban activos tóxicos.<br />
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También eran la última frontera de la ingeniería financiera. Hoy, la Eurozona desempolva esos instrumentos para salvarse de insolvencias propias. En efecto, el mecanismo del Fondo Europeo pro Estabilidad Financiera (FEEF) repite aquella mezcla de ODC y TCCP. En un hipotético caso de Italia –el país más en riesgo-, sería sencillamente un salvataje vía derivados.<br />
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Un instrumento que promete indemnizar 20 a 25% de pérdidas a un inversor o especulador en bonos, como hace el “superfondo”, funciona como las ODC norteamericanas. Luego viene la segunda parte del mecanismo, basada en un “vehículo” donde confluyen también inversores privados y fondos soberanos de terceros países (Kuwait, Saudiarabia, China, Unión de Emiratos).<br />
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Si Roma o Madrid entrasen en cese de pagos, los primeros quebrantos los sufriría el FEFF. Es como un castillo de naipes inverso, donde el superfondo iniciará cualquier desplome. Pero hay diferencias con Estados Unidos. En el caso europeo, la reciente cumbre aporta una novedad política poco notada: Grecia se ha convertido en un europrotectorado.</p>
Grecia, ¿protectorado de la Unión Europea?
El colapso de Wall Street en 2008 tuvo dos detonantes: las obligaciones de deuda colateralizadas (ODC) y los trueques de créditos en cese de pagos (TCCP). Se trataba de complejos y peligrosos mecanismos, ahora imitados cruzando el Atlántico norte.