<p>Las trabajosas negociaciones con Atenas sobre quita de deuda nominal y su manejo coincidían con la firma de una estrategia para acabar con la eurocrisis. En los papeles, convinieron en acelerar un fondo salvaestados por € 500.000 millones y, sorpresivamente, apoyaron (no todos) el zarandeado proyecto alemán para controlar ciertos rubros del presupuesto griego.</p>
<p>En realidad, los dirigentes abandonaron la cumbre sin completar el acuerdo sobre cómo tapar el creciente agujero fiscal heleno. Frustrada por el tibio respaldo del grupo a su esquema intervencionista, la canciller Angela Merkel se manifestó en Bruselas, agriamente, porque Atenas no se resuelve a una drástica reforma económica.</p>
<p>“La sostenibilidad de la deuda griega es pobre. Es preciso –señaló- encontrar formas de azuzar a ese Gobierno y a sus acreedores privados. Así lo exige el cierre de brechas”. Esta cumbre es la décimosexta en dos años y, en su curso, se votaron rescates sin precedentes para ese país, Irlanda y Portugal. En el proceso, se vino abajo la ilusión de que el euro era inexpugnable. <br />
El martes, el belga Herman van Rompuy (presidente de la UE) se reunió con autoridades portuguesas y Jörg Asmussen, del Banco Central Europeo. En este caso, el tema era Lisboa y sus nuevos problemas de deuda.<br />
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Más roces por Grecia y las cuentas de Portugal
Tras una cumbre sin resultados claros, los Gobiernos de la Unión Europea van a una confrontación sobre dos temas. Se trata del segundo paquete de rescate heleno y Portugal, que parece en vías de abrir un nuevo frente en la crisis de deuda.