<p>En los negocios el precio de llegar a la cima corporativa es alto. Algunos están dispuestos a sacrificar todo para conseguirlo. Pero generalmente son los hombres, y no las mujeres, quienes arriesgan todo para conseguir prestigio y gran sueldo. A pesar de sus habilidades y de los avances que han logrado en la estructura empresarial todavía son muchas las que deciden abandonar la lucha por los puestos gerenciales.</p>
<p>A este fenómeno se lo conoce como “leaking pipeline”, una canería pinchada por donde gotean las mujeres que dejan el puesto a mitad de la carrera. En Inglaterra, un país donde la matriculación universitaria es una de las más igualitarias en cuestión de género, sólo 12,5% de las mujeres tienen puestos en los directorios de las 100 empresas más importantes.</p>
<p>¿Pero por qué se van y no vuelven? ¿Tienen menores ambiciones que los hombres o es una clase diferente de ambición? Hay evidencia de que las ambiciones laborales de las mujeres son menores a las de los hombres según un estudio del Institute of Leadership & Management. Allí hablan también de la confianza: las mujeres son, en general, más cautas a la hora de postularse para un trabajo y tienen una idea menos clara sobre el destino de sus carreras.</p>
<p>Otra consultora, McKinsey, no está de acuerdo. Dice que el sexo femenino sí tiene confianza pero que a medida que pasan los años ese empuje se va disminuyendo, lo que no ocurre en el sexo opuesto.</p>
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<p>Sin embargo, tal vez no se trate de falta de ambición sino de una clase diferente, una que sigue una evolución propia. Ellas, por ejemplo, son más propensas a empezar negocios de manera autónoma. No es que no quieran acceder a puestos gerenciales sino que les preocupa el tiempo y la forma de llegar a ellos.</p>
<p>Estas cuestiones preocupan porque están directamente relacionadas con los problemas que enfrentan todos los días en el ambiente laboral. La discriminación de género y las dificultades para equilibrar la vida familiar y la laboral son factores que deben tenerse en cuenta en el análisis. Además las mujeres tienden a preferir tener horario flexible de trabajo a una remuneración importante. Para ellas poder contribuir a la organización es más importante. 85% de las mujeres universitarias están más motivadas por sus valores que por correr la carrera en pos del puesto número uno. El aspecto social es para ellas más importante.</p>
<p>Las diferencias entre hombres y mujeres son muchas, y no sólo responden a cuestiones ambientales o sociales. La biología de las mujeres las hace más proclives a lidiar con el estrés y son, en general, más sensibles a los problemas de los demás. Pero esto no significa que las mujeres estén biológicamente diseñadas para eludir los trabajos más importantes.</p>
<p>Aunque existe un grupo altamente motivado que sí llega a esos puestos la realidad de las mujeres en el trabajo hoy es que se ven afectadas por obstáculos concretos como el de hacer malabares entre las obligaciones familiares y laborales. Según McKinsey 57% de las encuestadas sienten que ésa es la verdadera barrera entre ellas y el trabajo deseado.</p>
<p>Para ver más diversidad en los directorios es necesario un cambio en la cultura corporativa. Planes para reincorporar a las madres de familia a la vida laboral y también la creación de esquemas laborales más flexibles, y naturales, podrían ser la solución. El primer paso es, entonces, entender las necesidades y motivaciones para poder incorporar al “sexo débil” al grupo que toma las decisiones en las empresas. </p>