domingo, 22 de diciembre de 2024

Aprender del jazz

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El jazz es un ritmo que no tiene partitura. Florece en el desorden — o desorden aparente — y nace de una cualidad que las empresas deberían imitar: la capacidad para escuchar a los demás del equipo.

<p>En su libro Searching for a Corporate Savior: The Irrational Quest for Charismatic CEOs, Rakesh Khurana plantea que estamos m&aacute;s interesados en el CEO como creador de riqueza que en el negocio mismo. Por todas partes se evidencia el culto al l&iacute;der. Analistas y acad&eacute;micos ayudan a perpetuar esta idea de los l&iacute;deres como h&eacute;roes individuales, como la fuerza que alienta las grandes causas. Porque quien no es l&iacute;der es seguidor y eso arrastra una carga negativa. <br />
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El jazz, sin embargo, ense&ntilde;a una est&eacute;tica diferente ense&ntilde;ando que seguir puede ser un trabajo satisfactorio y tambi&eacute;n una causa noble. El jazz se origina con un buen o&iacute;do. El jazz es un ritmo que florece con la improvisaci&oacute;n, no tiene un claro mapa de ruta sobre c&oacute;mo actuar para coordinar a todos los participantes. La &uacute;nica ruta que tienen, en realidad, es escuchar. Los m&uacute;sicos tienen que escucharse muy bien entre s&iacute;, deben estar atentos no s&oacute;lo a lo que est&aacute; haciendo cada miembro de la banda sino tambi&eacute;n a lo que nadie est&aacute; haciendo o diciendo. Cuando preguntaron al m&uacute;sico Miles Davis c&oacute;mo improvisa, contest&oacute; que escucha lo que todos est&aacute;n tocando y entonces toca lo que falta. De manera que Davis ten&iacute;a un o&iacute;do tan generoso y sensible que pod&iacute;a o&iacute;r fortalezas cuando las debilidades brillaban. Pod&iacute;a o&iacute;r tambi&eacute;n las posibilidades, no la realidad. Y &eacute;sa es una gran diferencia. <br />
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Su capacidad de escuchar es generosa, una apertura no ego&iacute;sta a lo que el otro est&aacute; ofreciendo y una buena disposici&oacute;n para ayudar a los dem&aacute;s a ser todo lo brillantes de que son capaces. Ser generoso no es lo mismo que no ser cr&iacute;tico. En el jazz, como en cualquier otro esfuerzo, la gente se estanca en frases y modos. No todos tienen que sufrir hasta que el o la l&iacute;der encuentren el camino correcto. Pero la escucha generosa significa estar muy consciente de hacia ad&oacute;nde va el otro y percibir las posibilidades futuras de ese otro. En esencia, escucha generosa significa que usted est&aacute; dispuesto a convertirse en el socio que piensa de sus colegas inmediatos, ayud&aacute;ndolos a navegar a trav&eacute;s de los obst&aacute;culos del terreno mientras encuentra usted mismo su propio camino hacia adelante.<br />
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En el jazz, la escucha generosa se expresa primero y principal en lo que se conoce como &ldquo;acompa&ntilde;ar&rdquo;: el ritmo, los acordes y las contramelod&iacute;as con que los otros ejecutantes acompa&ntilde;an un solo improvisado. Ese acompa&ntilde;amiento llega al alma misma de esta forma de arte.<br />
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&iquest;Es posible que los miembros de una organizaci&oacute;n hagan lo mismo? &iquest;que acompa&ntilde;en el pensamiento de los dem&aacute;s para que esas ideas sean realizadas, como los int&eacute;rpretes de jazz se acompa&ntilde;an entre s&iacute; para llevar la m&uacute;sica a su m&aacute;xima expresi&oacute;n? Es posible, pero hacerlo requiere abandonar los patrones autom&aacute;ticos. Los miembros de una organizaci&oacute;n deben hacerse lugar unos a otros, suspender los esfuerzos por manipular y controlar los resultados, abandonar inversiones en planes predeterminados y a menudo someterse a protocolos conocidos. Para poder acompa&ntilde;ar hay que aceptar una invitaci&oacute;n a la apertura y a las maravillas que se puedan presentar. <br />
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Fuente original: <em>&ldquo;Yes to the Mess: Surprising Leadership Lessons from Jazz&rdquo;</em><br />
Por Frank J. Barrett</p>
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