lunes, 23 de diciembre de 2024

La guerra de las billeteras virtuales

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Si juegan bien sus cartas, las grandes compañías de tarjetas de crédito no tendrían nada que perder con el advenimiento de los pagos digitales. Un acontecimiento importante en el camino hacia el dinero digital se aprobó en Estados Unidos el 13 de noviembre.

Ese día se puso en marcha, en formato beta, un programa de prueba de “V.meâ€, una billetera digital que contiene múltiples tarjetas de pago en un repositorio virtual. En lugar de dar datos personales y números de tarjetas para pagar por lo que compran, los clientes introducen sólo nombre de usuario y contraseña. El servicio lo brinda Visa, la gigantesca cadena de pagos por tarjeta con sede en Silicon Valley, cerca de una cantidad de firmas de tecnología que darían lo que no tienen por hacerse con una porción del negocio de los pagos globales. 

Las empresas de tarjetas de crédito son un objetivo tentador. Algunas, como Visa, MasterCard y UnionPay de China, manejan crédito, débito y tarjetas prepagas emitidas por sus miembros; otras, como American Express, emiten su propio plástico. Las cantidades de crédito y efectivo que procesan es apabullante. El año pasado sus redes canalizaron por tarjetas de crédito unos US$ 6,7 billones (Billón: millón de millones) según el Informe Nielson.
 Si a eso se le suma débito y tarjetas prepagas la cifra supera los US$ 15 billones. 

Semejantes sumas explican por qué tantas firmas, desde empresas telefónicas hasta minoristas y empresas noveles como Square, una nueva firma de pagos con sede en San Francisco, están decididas a transformar la forma en que la gente paga por las cosas que compra. Muchas empresas nuevas vislumbran un mundo post-plástico que haga mella a las ganancias de las tarjetas de crédito. Pero ellas no van a permitir que eso ocurra sin dar la pelea.

En el corto plazo la nueva tecnología está aumentando el uso del plástico. 

Las aplicaciones en teléfonos inteligentes exigen que los usuarios pongan los datos de su tarjeta para pagar por servicios. Firmas como Square y PayPal crearon diminutos lectores de tarjetas que se enchufan a los teléfonos y permiten a pequeños comerciantes usar su software para aceptar pagos en forma económica. Ed McLaughlin, responsable de supervisar tecnologías de pago en MasterCard, calcula que esos desarrollos han agregado 1,2 millones de nuevos comercios adheridos en los últimos 12 meses.

Pero aun si las tarjetas plásticas tuvieran el mismo destino que los discos de vinilo, las cadenas (Visa, Master, etc.) deberían seguir prosperando porque ellas también están invirtiendo fuerte en nueva tecnología y tienen varias ventajas incorporadas. Visa apuesta a que sus bancos asociados la ayuden a estrechar la brecha con rivales como PayPal, por ejemplo, que es parte de eBay y ha llegado a tener 117 millones de usuarios activos gracias, en parte, al sitio de remates. 

Más de 50 instituciones financieras apoyan el lanzamiento de V.me, que acepta en su billetera tarjetas que no son Visa. MasterCard y otras también están anunciando billeteras digitales, algunas de las cuales pueden contener cupones digitales además de datos de tarjetas.

;Antes de que pase mucho tiempo todas estas billeteras van a terminar en los teléfonos móviles, que se podrán usar para comprar cosas en comercios y otros lugares. Aquí es donde firmas como Square, que ya desarrolló su propia billetera, elegante y fácil de usar, y Google, han estado poniendo mucha energía.

Además, las redes de tarjetas también están adquiriendo participaciones en firmas innovadoras para mantener sus ojos puestos en tecnologías potencialmente revolucionarias. 

Visa tiene parte de Square, que acaba de firmar contrato con Starbucks para poner el pago móvil en sus 7.000 cafeterías en Estados Unidos. También invirtió en Monitise, especialistas en banca móvil. American Express, por su parte, creó un fondo para comercio digital de US$ 109 millones. Una de esas inversiones está en iZettle, con sede en Suecia.
Hasta ahora, son pocas las que intentaron crear nuevos sistemas de pago desde cero. Las que han jugado con la idea, como ISIS (un consorcio de empresas telefónicas en Estados Unidos) llegaron a la conclusión que es demasiado costoso y complicado tratar con reguladores, instalar sistemas antifraude y demás: También les preocupa el tema seguridad de los datos.

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