Ernesto Segarra desarrolló hace veinte años el primer modelo de zapato totalmente compostable pero no cuajó en el mercado y hace tres años retomó la investigación con Alfonso del Val, director del proyecto Lorea de recogida selectiva integral de residuos, y con el doctor en Biología y especialista en compostaje Ramón Plana.
El principal material con el que se fabrica este calzado es orgánico, FORM, de elevado contenido en humedad y bajo en metal. El proceso de fabricación se realiza con la curtición en titanio, en lugar de al cromo, ya que es un metal sin efectos tóxicos y que se degrada rápidamente. Para las suelas se emplean materiales termoplásticos biodegradables.
El siguiente paso que quiere dar Segarra es aplicar esta tecnología ecológica a otros productos de consumo como bolsos y complementos porque valora la importancia de que “las ventajas medioambientales se pongan a disposición de la gente”.