Si bien con cualquiera de los dos iba a ser la primera vez que un latinoamericano estaría al frente de la OMC en sus 60 años de historia, GATT incluido, la definición privilegió al candidato de las potencias emergentes del BRIC, en detrimento del que se identificaba más con la Unión Europea.
Con el voto de 93 países, entre ellos China, Rusia, India y por supuesto Brasil, Roberto Carvalho de Azevêdo se impuso al mexicano Herminio Blanco, quien contaba con el apoyo de la Unión Europea en bloque, incluido España, sustituirá al francés Pascal Lamy, desde el 1 de setiembre y por los próximos cuatro años, con posibilidad de reelección.
El peso creciente en la esfera internacional de las grandes potencias emergentes que conforman el grupo BRIC (iniciales de Brasil, Rusia, India y China) quedó de nuevo demostrado en la elección del diplomático brasileño Azevêdo como director de la Organización Mundial del Comercio (OMC), quien aportará un profundo conocimiento de la organización, a la que ha estado vinculado desde 1998 y desde 2008 como embajador de su país. Pero también al frente de la FAO hay otro brasileño.
Ha sido el conocimiento de cómo funcionan los resortes de la OMC el que ha llevado al oriundo de Salvador de Bahía, Brasil, nacido en 1957, a presentarse como el representante de los países del Sur frente a los del Norte, que se veían más reflejados en el perfil del mexicano Blanco, considerado uno de los arquitectos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y vinculado más al sector privado y a las posiciones liberales.
Su gran reto será evitar que la organización pierda toda relevancia como árbitro del comercio internacional, dada la proliferación de acuerdos bilaterales regionales, como las negociaciones abiertas en esa dirección por la Unión Europea y Estados Unidos y por todos los países del arco Pacífico, cuyas reglas quedarían al margen de la OMC. “Fijar las reglas fuera de la OMC puede ser un proceso irreversible” para la organización, admitía el pasado domingo en una entrevista con “El País”.
El director electo apostará una vez que ocupe la silla directriz en Ginebra a revivir las negociaciones comerciales de la Ronda de Doha, que colapsaron definitivamente en 2008, en buena medida, por la negativa de las potencias emergentes al desarme de sus aranceles industriales, sin que el acuerdo incluya la exigencia para los países desarrollados de reducir la complejidad de las normas de homologación comercial, que componen toda una barrera no arancelaria.
Un total de nueve aspirantes se candidatearon el pasado diciembre. Corea del Sur presentó a su ministro de Exteriores y Comercio, Taheo Bark; el gobierno neozelandés a su titular de Comercio y Cambio Climático, Tim Groser; Jordania presentó a un exministro de Industria y Comercio, Ahmad Hindawi; y junto a ellos la diplomática keniana Amina Mohamed; la ministra indonesia de Turismo e Industrias Creativas, Mari Pangestu; el ex ministro de Comercio ghanés, Alan John Kwadwo Kyerematen; y los tres candidatos latinoamericanos: la ministra costarricense de Comercio Exterior, Anabel González, Blanco y Azevêdo.
Su visión es que la multitud de acuerdos bilaterales y regionales, que relegaron a la Ronda de Doha desde que la Unión Europea y Estados Unidos abrieron negociaciones comerciales, puede ser amalgamada dentro del sistema de la OMC con sólo negociar caso por caso acuerdos políticos y técnicos que acorten las diferencias de posiciones entre los miembros, sobre todo con los países centrales de la organización.
“Si no llegamos a encontrar manera de negociar multilateralmente, lo que va a pasar es que el mundo no va a parar y encontrará maneras de negociar, si es necesario, en otros foros, que no serán los multilaterales. Y si eso pasa, una vez que se pongan en marcha negociaciones de reglas fuera del sistema multilateral, de una manera más institucional, no tópicamente, con una negociación bilateral acá, otra allá, sino de una manera sistemática e institucional, este proceso puede ser irreversible”, advertía en la entrevista publicada por el diario español.
Su propuesta: volver a la buena dirección, de la apertura y de la liberalización comercial.