sábado, 23 de noviembre de 2024

G20 da la espalda al ataque a Siria

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 El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el grueso de la comunidad internacional representada en el G20 intentan evitar que Barack Obama los involucre o se lance en solitario a una operación militar contra Siria. 

En el primer día de la cumbre, en San Petersburgo, los cinco mayores países europeos, entre ellos España, trabajaban el jueves para lograr una posición común de “mínimos” con objeto de afrontar la situación en Siria.

La operación militar es rechazada por Rusia, China, Alemania e incluso el Reino Unido, entre otros. Entre los aliados europeos presentes en la cumbre del G20, Obama cuenta solo con el apoyo de Francia para su intento de resolver el problema de Siria por la vía militar.

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, y el presidente del Consejo, Herman van Rompuy, se expresaron rotundamente por la vía política. Siria, que de entrada no figuraba en el orden del día del G20, pasó a ser objeto de debate de la cena de los líderes a propuesta del presidente Putin, quien dijo hacerse eco de las peticiones en este sentido de varios de sus colegas.

La canciller alemana, Angela Merkel, expresó dudas sobre la posibilidad de llegar a una posición común, según ha informado la agencia Itar-Tass. Según el secretario de prensa de Putin, Dmitri Peskov, no estaba prevista una cita formal entre el jefe de Estado ruso y su par estadounidense. Este funcionario explicó en detalle los supuestos efectos positivos de las reuniones con el líder chino y los primeros ministros de Japón e Italia, respectivamente.

El Kremlin aludió a la informaciones divulgadas por Edward Snowden, al manifestar que los países del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), reunidos en San Petersburgo, habían manifestado una “dura y negativa” reacción contra el espionaje del que han sido objeto (por parte de los servicios secretos estadounidenses).

Según el analista Konstantin von Eggert, el líder ruso se sintió engañado por la administración norteamericana en Libia y no quiere que se repita en Siria el modelo aplicado a aquel país del norte de África, cuando una abstención de Moscú en el Consejo de Seguridad permitió la “intervención humanitaria” que acabó con el régimen de Gadafi.

Asimismo, tanto el Ministerio de Defensa como el jefe de la Administración del Kremlin, Serguéi Ivanov, que también ocupó la cartera de Defensa, reaccionaron airadamente ante las acusaciones del Pentágono de haber suministrado armas químicas al régimen sirio de Bachar el Asad.

“Rusia siempre ha sido y será un socio responsable y previsible y un aliado para prevenir la difusión de armas de destrucción masiva. Siempre hemos cumplido claramente nuestras obligaciones en el campo de la no proliferación de armas nucleares. Somos depositarios del Tratado de no Proliferación y cumplimos nuestras obligaciones derivadas de la Convención de Armas Químicas y la Convención de Armas Biológicas”, manifestó el viceministro.

Ivanov, por su parte, se declaró “sorprendido y conmocionado” por las acusaciones estadounidenses y recordó que él mismo había sido presidente de la comisión gubernamental de controles a la exportación destinados a evitar la proliferación de armas químicas, nucleares y bacteriológicas.

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