Los resultados ponen de manifiesto que el Frente para la Victoria sigue siendo la primera minoría en el país y mantiene quorum propio en ambas cámaras, aunque necesitará de aliados. En este sentido, no tiene mayoría propia, que puede alcanzarse con acuerdos específicos con otras fuerzas políticas que suelen votar de manera similar. De todas maneras, esta situación, no sólo era esperable, sino que, asimismo, el oficialismo está acostumbrado a manejarse con ella, afirma el director Isonomía Consultores, Juan Manuel Germano, en un informe publicado en la página de abeceb.com.
Si bien los porcentajes no son definitivos, el 33% del país votó por el Frente para la Victoria poniendo de manifiesto que mantiene un piso electoral interesante pero con fuertes problemas para lograr convencer a un electorado más independiente, que en esta elección ha decidido optar por otras alternativas políticas.
Por supuesto que no es justo comparar esta elección con el desempeño obtenido en 2011, en donde Cristina Fernández de Kirchner obtuvo el 54% de los votos, porque las preferencias de los ciudadanos en elecciones ejecutivas y legislativas son sumamente diversas.
Sin embargo, surgió para el Gobierno un interesante llamado de atención: el desempeño del Frente de Izquierda de los Trabajadores en todo el país, que ha alcanzado la histórica cifra de superar con comodidad el millón de votos y colocar a tres diputados nacionales.
Las preguntas que deja en el aire sin respuestas claras por el momento parecen ser: ¿existe una fuga por izquierda de votos del kirchnerismo? ¿Cómo actuará este electorado dentro de dos años?
Sergio Massa logró aumentar aún más la distancia existente con Martín Insaurralde, quien, aun con un lavado de imagen, no logró trascender al núcleo duro oficialista.
El golpe no sólo afecta al oficialismo nacional, sino también a la figura de Daniel Scioli, que no pudo traducir su buena imagen en votos para el candidato del Frente para la Victoria.
En términos reales, hay cerca de un millón de votos de diferencia entre ambas fuerzas en la provincia.
En este punto, se abren tres interrogantes:
- Por un lado, el desafío de Massa de sostener a lo largo de dos años una potencial candidatura, acostumbrado a tener un rol ejecutivo, desde un puesto legislativo, sobre todo considerando las altas expectativas que le ha otorgado la ciudadanía a este espacio (sin ir más lejos, podemos rever los desempeños electorales de Francisco de Narváez posteriores al 2009).
- Por otro lado, habrá que observar el día a día de muchos intendentes del Frente Renovador, cuyos éxitos de gestión anclan una fuerte dependencia en aportes del Gobierno Provincial y Nacional.
- Por último, cuán fuerte, si es que ocurre, será el paso de algunos dirigentes hacia el Frente Renovador. Analizando los resultados del domingo pasado, en el conurbano bonaerense no se observan grandes diferencias entre la cantidad de votos del Frente para la Victoria en la categoría diputado nacional y la de cargos municipales. En otras palabras, no hubo masivos cortes de boleta, con excepción de unos pocos distritos (Berazategui y Ezeiza, con alrededor de 8 puntos de diferencia con cifras provisorias).
Pro y contras
El Pro de Mauricio Macri consiguió sus primeras dos bancas en senadores y obtuvo un cómodo triunfo en la Ciudad de Buenos Aires logrando superar sus dos principales preocupaciones: acercarse a 40 puntos de intención de voto en la categoría senadores (Gabriela Michetti alcanzó 39 puntos) y que Sergio Bergman pueda vencer a Elisa Carrió en la categoría Diputados.
El Jefe de Gobierno oficializó su candidatura presidencial con un fuerte mensaje hacia el massismo y tantos otros dirigentes como Roberto Lavagna: “en las listas del Pro dentro de dos años no va a existir ningún ex integrante de un gabinete nacional”.
Esta apuesta por una estrategia estrictamente “amarilla” lo coloca frente a su mayor desafío, que es también una de sus principales limitaciones: un armado político competitivo en la provincia de Buenos Aires.
Tanto Julio Cobos en Mendoza, como Hermes Binner en Santa Fe, ratificaron sus excelentes elecciones en las primarias y ampliaron sus ventajas respecto a sus competidores, transformándose automáticamente en potenciales candidatos a presidente.
El espacio, conjuntamente con las figuras de Elisa Carrió y Pino Solanas, puede generar una alternativa interesante, siempre y cuando los egos personales no primen por sobre los armados colectivos.
Por último, el kirchnerismo muestra a Capitanich y a Urribarri como ganadores en sus distritos y dirigentes con legítimo deseo de representar al espacio en 2015 juntamente con Daniel Scioli.
Por supuesto que todo tipo de hipótesis de sucesión es por ahora demasiado anticipada y el gobierno ha demostrado, en sucesivas oportunidades, que en los momentos de mayor dificultad es cuando redobla la apuesta.
Asimismo faltan dos años y son demasiadas las experiencias que muestran que no siempre quienes se posicionan como presidenciables finalmente llegan a buen puerto.
Potenciales cambios en el gabinete, el rumbo de la política económica y el conflicto con los fondos buitres son solamente algunos de los desafíos de mediano plazo que el país deberá enfrentar.
Sin embargo, aún debemos esperar la vuelta a la escena pública de la Presidenta. La ciudadanía se ha expresado y la clase dirigente deberá ir tomando nota.