lunes, 23 de diciembre de 2024

No todas las viejas tecnologías mueren

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Hoy se venden más discos de vinilo que en 1997; los compran jóvenes de menos de 35 años. Algunas tecnologías superadas vuelven por sus propios méritos.

 Una encuesta encargada por la British Phonographic Industry (BPI) en Gran Bretaña, descubrió que más de la tercera parte de las personas que compran discos de vinilo son jóvenes.

 

No se sabe muy bien cómo llegaron a saber qué son esos artefactos, pues sus padres pertenecieron a la era de los cassettes primero y del CD después. Pero lo cierto es que la BPI vaticina que para fin de este año se habrán vendido 700.000 discos. Algo parecido está ocurriendo en otros países. Se vendieron en el mundo más discos de vinilo en 2012 que en 1997, según la Federación Internacional de la Industria Fonográfica.

 

¿Por qué no muere una tecnología vieja cuando hoy se consigue la música en infinidad de formatos más cómodos y más baratos? ¿Por qué el cine no mató al teatro? ¿Por qué la televisión, el video y el DVD no mataron al cine? La gente sigue yendo al teatro y sigue yendo al cine. ¿Qué es lo que hace falta para que una tecnología vieja logre sobrevivir y prosperar incluso a pesar de la llegada de una nueva? Parecería ser que la clave está en sus virtudes.

 

Así como los amantes del vinilo disfrutan el acto de sacarlo de su cubierta, con sus artísticos dibujos o fotografías, luego ponerlo sobre el plato y depositar la púa sobre sus pistas, también la gente disfruta la emoción del telón que se descorre en el teatro y la expectativa del escenario vacío, esperando a los actores. Saben que los actores deben dar lo mejor de sí en cada función y de la comunicación que establecen con el público cuando reciben los aplausos. No ocurre lo mismo en el cine, cuya virtudes son menos tangibles.

 

Pero no todas las actividades ni tecnologías vuelven. Es más difícil imaginar que alguien eche de menos a los cassettes musicales con sus horribles cajitas de plástico y sus cintas siempre prontas a estirarse o retorcerse. O los videocassettes, cuya única virtud era que se podían detener y reiniciar a voluntad. Aunque, si ha vuelto el vinilo, no es impensable que algún día también vuelvan los cassettes.

 

Aplicando este mismo razonamiento los diarios también pueden volver a ser los preferidos de los jóvenes. En esta era del diario virtual, el diario en papel tiene virtudes: no se recarga, está siempre encendido y no puede ser hackeado. Además es liviano, es descartable y resistente a los caprichos de la vida. Si recibe accidentalmente unas gotas de café, se retiran con la mano o un trapo y se sigue leyendo como si tal cosa. No pasa nada dramático como cuando un líquido toma contacto con algo electrónico. Finalmente, no hay nada como desplegar un diario los domingos sobre la mesa del desayuno y dejar que la vista aterrice sobre artículos que nunca habríamos encontrado online. Los amantes del vinilo podrían dar esperanzas a los viejos diarios en papel.

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