En los últimos cinco años el gobierno del Partido Comunista chino viró violentamente de alentar el gasto público a ponerle freno. ¿La razón? Las deudas totales contraídas por el gobierno, las empresas y los particulares han llegado a 240% del PBI, casi el doble del nivel que tenía al momento de estallar la última crisis financiera mundial. Este año le toca pagar intereses por un monto de US$ 1.700 billones (billón: millón de millones), una suma más grande que las economías de Surcorea, México e Indonesia juntas.
La fiesta de gastos que generó estas deudas ocurrió mientras Beijing exhortaba a la austeridad. Bajo Hu Jintao, el presidente en ejercicio cuando estalló la crisis financiera, el gobierno montó carteleras callejeras exhortando a la gente a “trabajar duro y vivir austeramente sin buscar rodearse de lujos y placeres”. Su sucesor, Xi Jinping aceleró el ritmo de la campaña por la frugalidad. ¿Por qué tanto celo por reducir el gasto superfluo? Una de las razones es que sus deudas reflejan los costos incurridos al responder a la crisis global. El colapso de la demanda norteamericana n 2008 golpeó de lleno al sector exportador chino, dejando a mucha gente sin empleo en cuestión de meses y obligando a Beijing a lanzar un programa de estímulos.
Las marcas de autos de lujo y deportivos como Bentley y Lamborghini, y otras firmas exclusivas como Louis Vuitton Moët Hennessy y Burberry confirman que sus ventas en China durante el último año han sufrido un brusco frenazo, en parte debido a las medidas contra el gasto excesivo y los sobornos. La demanda de automóviles de lujo, que se han convertido en un símbolo de la corrupción en China, es especialmente sensible a la campaña.
Otro tanto ha ocurrido con los pasteles de luna —regalo típico durante el festival de Mediados de Otoño, celebrado este año el 19 de septiembre— en su modalidad más lujosa. La Comisión Central de Inspección de la Disciplina —el organismo interno de vigilancia del PCCh— prohibió la utilización de dinero público para comprar este dulce relleno de pasta de semilla de loto o judía roja, que, aunque en sí mismo es relativamente barato —100 yuanes por ocho piezas—-, es también regalado con relleno de aleta de tiburón o láminas de oro, e incluso acompañado de un par de palillos de plata, para sobornar de forma discreta a los funcionarios. Algunos licores de alta gama también se han visto muy afectados. En algunos casos su precio cayó a la mitad.