Casi todos los economistas coinciden en que la economía argentina se encuentra atravesando un período recesivo. Hasta las cifras del INDEC (cuestionado por subestimar las caídas de la producción y los aumentos de precios) muestran variaciones negativas del nivel de actividad en los últimos meses. Ahora bien, como en el caso del ingreso, no solamente es importante describir la evolución de la economía a nivel agregado, sino distinguir cuáles son los actores más afectados por la recesión.
Las distintas ramas de la actividad no reaccionan de igual manera ante un mismo fenómeno, ni acusan el mismo impacto las grandes empresas que las pequeñas y medianas (PyME). En detalle, las empresas grandes (aquellas que tienen más de 200 empleados o facturan más de $ 183 millones anuales en el caso del sector industrial) suelen contar con una mayor diversificación, tanto a nivel productos como de mercados. Por el contrario, las PyME no cuentan con esta ventaja, y suelen verse más perjudicadas por los vaivenes de la economía local. Asimismo, las grandes empresas cuentan con mayor respaldo (económico y financiero) para resistir épocas de “vacas flacas”.
En cambio, las compañías de menor envergadura, poseen un capital acotado, enfrentan mayores trabas a la hora de acceder a los mercados financieros, y no tienen dominancia de mercado. Por último, las grandes empresas pueden postergar pagos y acortar períodos de cobranza, mientras que las PyME, por lo general, se ubican del lado opuesto de la cadena de pagos. Está claro que una recesión económica afecta especialmente a los agentes de menores ingresos. Esto no sólo aplica para las familias sino también para las empresas.
El problema es que el deterioro de los ingresos de los hogares de menores recursos y el retroceso de las PyME está íntimamente relacionado a través del mercado laboral. Pese a que la informalidad laboral es elevada en las firmas de menor tamaño, éstas aportan dos tercios del empleo total del país. Las más perjudicadas Así como la actual caída del ingreso real es generalizada pero afecta más a las familias de bajos recursos, el impacto del enfriamiento de la economía se está haciendo sentir con mayor intensidad sobre las PyME, las más perjudicadas por la caída del nivel de actividad y la alta inflación. A causa de la profunda recesión, las grandes empresas industriales están ganando participación en el mercado, desplazando al segmento pequeño y mediano. Más aún, dentro del mismo segmento PyME, la recesión es más fuerte en las empresas más chicas (de 10 a 50 ocupados) con respecto a las medianas (de 51 a 200 ocupados).
Las cantidades vendidas de las pequeñas firmas industriales cayeron 19,6% i.a. en el primer semestre, contra la contracción de 11,8% i.a de las ventas de las empresas medianas. Según un estudio publicado por la Fundación Observatorio PyME, la caída que exhibieron las pequeñas y medianas empresas industriales durante el primer semestre de este año fue mucho mayor al promedio del sector: las ventas de las PyME exhibieron una baja de 16,5% i.a., mientras que el Índice de Producción Industrial cayó 2,5% i.a. según la Unión Industrial Argentina y 3,2% i.a. según el INDEC. Esta diferencia marca un descenso mucho mayor en las firmas de menor tamaño respecto de las grandes. Más aún, las PyME industriales vienen exhibiendo contracciones interanuales desde el segundo trimestre de 2012, acumulando veintisiete meses consecutivos de caída de la producción.
En cambio, la UIA y el INDEC muestran resultados negativos ininterrumpidos desde principios de 2014. Ante la imposibilidad de trasladar a precios los aumentos de costos, la mayoría de las empresas tuvieron que absorber dichos incrementos perdiendo parte de su rentabilidad, repercutiendo en la solvencia económico-financiera de las PyME. Esta pérdida de rentabilidad producida por un incremento de los costos que supera la suba de precios finales, está afectando significativamente a las pequeñas y medianas empresas.
De acuerdo con el Observatorio PyME, los costos de producción de las PyME industriales se incrementaron 64,5% i.a. en el primer semestre, mientras que los precios de venta subieron solamente 40,1% i.a. Otro dato preocupante es la pérdida de empleo. A causa de la caída de las ventas, las PyME industriales comenzaron a ajustar la cantidad de trabajadores, pero en una proporción menor en relación a las grandes empresas.
Mientras la ocupación en pequeñas y medianas empresas se contrajo 1,1% i.a. en el primer semestre del año (datos del Observatorio) el descenso fue de 1,8% i.a para la industria (según el Índice de Obreros Ocupados de INDEC). Esta diferencia refleja una mayor pérdida de competitividad laboral de las PyME. Como resultado de una mayor caída de la producción y un deterioro del empleo más acotado las la brecha en la productividad laboral continúa amplificándose en favor de las empresas de mayor tamaño. El mayor deterioro de las PyME frente a las grandes firmas no es exclusivo del sector industrial.
De acuerdo con CAME, las ventas minoristas acumularon una caída de 7,6% i.a. en los primeros nueve meses del año.
Por otro lado, nuestras estimaciones muestran que el consumo a nivel agregado se estancó cayó casi 1% i.a. en el mismo período. En lo que respecta al consumo masivo también se observó una mayor contracción a nivel minorista: según la consultora CCR, en lo que va del año el descenso de las ventas en supermercados fue de 1% i.a. en septiembre, mientras que en los comercios tradicionales (típicamente PyME) fue de 1,6% i.a. La diferencia entre los pequeños y medianos comercios y las grandes cadenas puede radicar en que el Programa Precios Cuidados se implementa en estas últimas, mientras que no son muchos los canales tradicionales adheridos al mismo.
De igual manera, el Plan Ahora 12 (que permite comprar en doce cuotas sin interés, suavizando la caída de las ventas de los últimos dos meses) está asociado generalmente a marcas de primera línea. Otro de los obstáculos que enfrentan las PyME es el menor acceso al crédito en el sistema financiero.
Por caso, en septiembre de este año, los préstamos a pequeñas y medianas firmas ascendieron a $ 9.600 millones, trepando sólo 8,8% respecto de los niveles de diciembre del año pasado (muy por debajo de la inflación acumulada).
Por el contrario, los créditos destinados a las grandes empresas se expandieron 27,6% en lo que va del año, totalizando $ 56.000 millones en el noveno mes del 2014. En cuanto al costo del financiamiento conviene analizar la tasa de interés de Adelantos en cuenta corriente, ya que este instrumento concentra más del 85% de los préstamos otorgados por el sistema financiero a las PyME.
En lo que va del año, dicha tasa promedió 35,7% anual frente a un costo del 29,3% anual para las grandes empresas.
Para peor, en los primeros nueves meses del año la tasa de adelantos subió más de 4 p.p. para las pequeñas firmas y menos de 1 p.p. en el caso de las grandes empresas. ¿Y a futuro? Para lo que resta del año, prevemos que se profundice la caída de las ventas, la producción, la inversión y el empleo en nuestro país.
Lamentablemente, como hemos visto en diversos informes, el deterioro económico afecta en mayor medida a los hogares de menores recursos y a las PyME. Si bien es deseable implementar planes puntuales para ayudar a moderar el impacto negativo sobre los eslabones más débiles del sistema productivo y de la sociedad, será clave recuperar lo antes posible un sendero de crecimiento sostenible para minimizar los costos regresivos de la recesión.