El crecimiento previsto para Sudamérica en 2015 se ajustó a la baja. Un reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) contempla estancamiento de la actividad en la región (-0,2%), cuando en octubre de 2014 preveía una expansión de 1,6%. Asimismo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) también recortó sus proyecciones de crecimiento para la región (de 1,8% en diciembre de 2014 a estancamiento en abril 2015), señala Ecolatina en su informe ISE 1019.
Este recorte en las previsiones obedeció a que el actual contexto internacional es menos auspicioso de lo originalmente esperado.
En primer lugar, a excepción de EE.UU, el crecimiento de la mayoría de los países industrializados y las economías emergentes se ajustó a la baja, lo cual acota la demanda de materias primas provenientes de Sudamérica.
En segundo término, la caída en el precio internacional de las commodities con motivo del fortalecimiento mundial del dólar implicó un shock generalizado para los países exportadores de productos primarios de la región.
Si bien este efecto es heterogéneo entre países (los exportadores de productos agrícolas se perjudican mientras que los importadores netos de energía se ven favorecidos) en el agregado el saldo es claramente negativo.
Por último, el fortalecimiento del dólar a nivel mundial producto de la potencial suba de tasas por parte de la FED sumó volatilidad en los mercados financieros.
Esta incertidumbre moderó la entrada de capitales en las principales economías sudamericanas debilitando sus monedas.
Más allá de los matices entre países, en 2015 la región se frenaría tras el fuerte crecimiento de los últimos años.
Este menor viento de cola para la región pone en evidencia qué países supieron aprovechar el boom de los últimos años para fomentar y garantizar un crecimiento sostenido y quiénes apostaron a medidas de corto plazo para lograrlo.
La coyuntura internacional
Un contexto internacional menos auspicioso que lo originalmente esperado ameritó la fuerte corrección mencionada en las previsiones de crecimiento para Sudamérica por parte del FMI y CEPAL.
El deterioro del viento de cola externo de la región responde a diversos motivos.
En primer lugar, este ajuste obedeció a que las principales economías industriales (excepto EE.UU.) mantendrán un bajo crecimiento, y las economías emergentes desacelerarían su ritmo de expansión en 2015. Este menor crecimiento podría acotar la demanda de productos primarios provenientes de América del Sur (deteriorando las balanzas comerciales de la región) puesto que dichos países constituyen una parte importante de la demanda de sus materias primas.
En segundo lugar, la apreciación mundial del dólar con motivo del cambio de rumbo de la política monetaria en EE.UU. tiene dos efectos negativos significativos para la región: uno en términos del precio de las commodities, y el otro en el plano financiero.
En cuanto al primer efecto, la apreciación del dólar hizo más atractiva a dicha divisa en detrimento de otros activos, incluidas las commodities.
Sin embargo, la caída del precio de las energéticas fue más fuerte que el resto debido a que cuestiones propias de ese mercado. La desaceleración de la demanda de crudo, el incremento de la oferta de no convencionales y el conflicto entre Arabia Saudita y el resto de los integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) reforzaron la caída del precio internacional.
El declive en el precio de las commodities perjudicó a toda la región al reducir el flujo de dólares percibidos por sus exportaciones, siendo los países exportadores netos de petróleo los más afectados.
Por el canal financiero, el fortalecimiento del dólar moderó la entrada de capitales en los países emergentes (incluida Sudamérica) generando presiones adicionales al balance de pagos.
El menor ingreso de divisas por cuenta corriente y cuenta capital se tradujo en una significativa depreciación de las monedas de la región, que elevó las presiones inflacionarias.
Más allá del adverso contexto internacional que afecta a los países de la región, la coyuntura de muchos países los hace más permeables al shock externo.
Por ejemplo, la caída en el precio del crudo golpeó directamente a los productores de dicho hidrocarburo, sin embargo en el caso de Ecuador y Venezuela sus estructuras económicas les impiden blindarse con facilidad ante estos shocks.
En cuanto a Ecuador, con una economía dolarizada, el recorte de ingresos petroleros afecta directamente al nivel de actividad. Para poder sortear una posible crisis de Balanza de Pagos se implementaron salvaguardas (impuestos a productos importados de Perú y Colombia) para desincentivar las compras externas.
De empeorar la situación y ser aprobado por la Organización Mundial del Comercio, las salvaguardas podrían extenderse.
Algo similar ocurre en Venezuela. Si bien a diferencia de Ecuador su economía no está dolarizada, el país depende casi exclusivamente de las exportaciones petroleras para acceder a divisas (representan 97% de la oferta total de dólares), las cuales le permiten abastecerse de productos de primera necesidad (el 70% de los alimentos son importados). Además, dichos recursos constituyen dos tercios de los ingresos fiscales.
Brasil también sufrió las consecuencias del contexto internacional adverso aunque por motivos internos éstos se vieron profundizados.
Cuando los rumores de subas de tasas comenzaron a resonar en los mercados, la desaceleración en la entrada de capitales presionó la depreciación del real a la suba.
Sin embargo, las denuncias de corrupción en Petrobras generaron incertidumbre, lo cual se tradujo en mayores presiones devaluatorias. Este deterioro institucional empeoró las expectativas de mercado provocando una contracción en las inversiones destinadas a la petrolera brasileña, lo cual tiene un serio impacto sobre la actividad ya que la inversión de Petrobras representa 15% del total.
De todas maneras, la evolución del real brasileño parecería haberse estabilizado (está por debajo de 3 R$/US$).
Por último, en Argentina la caída en el precio de las commodities agrícolas llegó en un momento en que la escasez de dólares apremia.
Dada la operatividad de la restricción externa, el acceso al crédito a tasas elevadas y un menor flujo de dólares sojeros, la estabilidad cambiaria será difícil de preservar si se pretende apuntalar la actividad y hacer política fiscal ultra expansiva de cara a las elecciones presidenciales.
De acuerdo con el FMI y CEPAL, estas economías son las que menos crecerían en 2015 y de hecho fueron las que sufrieron mayores recortes en las proyecciones respecto de su informe elaborado de octubre de 2014.
Si bien el informe del FMI recortó las proyecciones de manera generalizada, todavía mantiene una buena perspectiva para ciertas economías.
Pese al contexto internacional, el organismo prevé dinamismo del PBI en Bolivia (+4,3%), Paraguay (+4,0%), Perú (+3,8%) y Colombia (+3,4%). Es que en los últimos años, dichos países demostraron tener sólidos fundamentos macroeconómicos: inflación moderada, déficit en cuenta corriente acotado y menor deterioro fiscal, lo cual hoy les permite ser menos permeables a los shocks externos.
Sin políticas de largo plazo, no hay crecimiento sostenible
Con la apreciación mundial del dólar, un menor dinamismo de las economías emergentes y el retroceso en el precio internacional de las commodities, Sudamérica tiene serios condicionantes para crecer en 2015.
Sin embargo, lo que este contexto adverso revela es que, luego de años de boom de precios de commodities, algunos países supieron capitalizar la bonanza en pos de una estrategia de crecimiento sostenible mientras que otros simplemente utilizaron los recursos excedentes para mejorar la situación de corto plazo.
De aquí en adelante será fundamental el buen manejo de las políticas económicas internas para crecer ya que el viento de cola externo difícilmente vuelva con la intensidad registrada en los últimos años.
Tal vez el contexto menos favorable sirva para establecer a futuro políticas económicas más robustas y de largo plazo.