El FMI emite un activo de reserva internacional conocido como Derechos Especiales de Giro (DEG) constituyen un activo internacional de reserva que da a los países el derecho a cambiar sus DEG por monedas que se usan libremente para complementar sus reservas internacionales. Consiste, en realidad, en una canasta de cuatro monedas: el dólar, el euro, la libra esterlina y el yen .
La gran pregunta es si el FMI está dispuesto a hacer un cambio sustancial en el sistema monetario internacional que vaya más allá de una reorganización en la canasta de monedas.
Cuando se lanzó el DEG en la década de los años 70 abarcaba 16 monedas. Lo que se pretendía originalmente era incluir la mayor cantidad posible. Pero desde los 80 se giró hacia la exclusividad para convertir en un casi sustituto de las principales reservas internacionales. Se proponía rivalizar con el dólar pero no resultó. Pero eso durante bastante diempo se lo tuvo como un intento fallido de lograr algo nuevo. Por ejemplo, se proponía reducir la importancia de las monedas nacionales, especialmente el dólar, para administrar la liquidez internacional..
Hoy eso sigue siendo importante. La economía internacional depende demasiado de la liquidez del dólar. El mundo necesita fuentes más diversificadas de liquidez internacional para permitir un equilirio más ordenado de los ajustes de pagos.
Pero el interés por los DEG ha vuelto a la mesa debido, en parte, a China. China quiere que la canasta de monedas incluya su renminbi pues cumple, por ejemplo, con uno de los criterios impuestos por la institución; el de ser “ampliamente usada”.
Sin embargo, según la opinión de muchos observadores, el FMI debe cambiar los criterios de inclusión y no limitar la renovación a la inclusión del renminb. Según esta visión, hay monedas de mercados emergentes, además del dólar canadiense y el dólar australiano, que también deberían ser incluidas.
