La teoría dice más o menos así: La Unión Europea conformaría un cuerpo que dejaría atrás las tragedias de las guerras y el fascismo. Los países se unían para reforzar la democracia, el imperio de la ley y el repudio a los nacionalismos. Cuando en 1974 cae la junta militar en Grecia, ese pequeño país se convirtió en una especie de pionero de un nuevo modelo para Europa y simultáneamente solicitó su inclusión en la Unión Europea.
El modelo griego de consolidación democrática se expandió por el continente y arrastró consigo a otros países a la Unión, reforzando la integración. Grecia fue, para Europa, una herramienta para difundir la estabilidad y la democracia por el continente.
Ahora se puede convertir en el emblema de la desintegración de la UE. La actual crisis podría llevar a que el país abandone el euro y, luego tal vez, también la misma Unión. Eso debilitaría la propuesta fundamental de la UE: que unirse al club europeo garantizaba prosperidad y estabilidad.