viernes, 22 de noviembre de 2024

Mitos y verdades sobre Monsanto

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El blanco por excelencia y unas de las empresas más polémicas de los últimos años. ¿Cuántas verdades y cuántas mentiras hay en el fenómeno Monsanto? Por Matías Castro. 

Si tuviésemos que elegir a una empresa que genera pasiones esa es Monsanto. La empresa norteamericana de agroquímicos y biotecnología es realmente un caso de estudio. ¿Cómo puede una empresa, como sabe cualquiera que pase un día más de un puñado de horas surfeando la web, generar tanta controversia  ¿Por qué se afirma que Monsanto es todo menos santo?En gran medida porque existe mucho desconocimiento alrededor de la empresa. Además de producir glifosato bajo la marca RoundUp o maíz y algodón BT también es uno de los mayores productores de mitos. ¿Cuánto de lo que se dice de Monsanto es cierto?

 

Mito 1: Monsanto lleva a juicio a los agricultores

El mundo industrial se maneja con patentes. Esto fue y será así antes y luego de Monsanto. Porque la multinacional invierte en I+D para poder producir productos mejores que tiene que comercializar para hacer negocios. ¿Pero es cierto que Monsanto demanda a los agricultores cuando sus campos se germinan con semillas de Monsanto accidentalmente? En la página del gigante agroindustrial se puede leer que “nunca fue ni nunca será política de Monsanto ejercer sus derechos de patente cuando se encuentren pequeñas cantidades de nuestras semillas patentadas como resultado de medios inadvertidos”. Obviamente, creerle a una multinacional aprima facie sería pecar de inocente, pero en 2011 una organización que nuclea a productores orgánicos (la Organic Seed Growers and Trade Association – OSGATA) inició una demanda contra Monsanto haciendo estas mismas acusaciones. La demanda representaba a muchos productores pero el revés legal fue favorable a Monsanto. En ningún caso pudo el demandante demostrar que Monsanto había demandado a nadie por contaminación accidental. El prontuario de Monsanto cuenta con unos 144 juicios de los cuales sólo 13 se llevaron a término, en todos se demostró que se había violado la ley de patentes adrede.

 

Mito 2: Monsanto vende las semillas “Terminator”

La existencia de este mito es bastante peculiar, porque no tiene realmente ninguna base sólida. Desde 1999 que la empresa se comprometió a no comercializar semillas Terminator, es decir, semillas que germinan plantas estériles para que la empresa tenga un mercado cautivo. Nadie puede comprarle semillas así a Monsanto aunque quisiera. 

 

Mito 3: Los transgénicos no son seguros

El producto estrella de Monsanto y el caballito de batalla de los activistas, a la par del glifosato. El primer error que se suele cometer es creer que los organismos genéticamente modificados son potestad de Monsanto. No lo son y de hecho jamás lo han sido. Existen muchísimos ejemplos de OGM que usamos a diario y no levantan tanta polvadera como los alimentos OGM que produce Monsanto. Por ejemplo la insulina recombinante, que usan a diario quienes sufren diabetes, es un tipo de transgénico. Por otro lado, la abrumadora mayoría de las instituciones científicas alrededor del mundo confirman la bioseguridad de los transgénicos. Por ejemplo, la OMS, la FAO, la Comisión Europea, la Asociación Médica Americana, la Sociedad Real Británica o la Sociedad Argentina de Nutrición.El ejemplo más apabullante es el artículo de 2013 titulado “una reseña de los últimos 10 años de investigación sobre la seguridad de los cultivos transgénicos” donde se analizaron miles de publicaciones científicas sobre la bioseguridad de los OGM para buscar convergencia. El resultado es que son seguros para el consumo.

 

Mito 4: El glifosato produce cáncer

Monsanto comercializa el glifosato con su marca RoundUp, aunque el glifosato genérico ya no es potestad de Monsanto desde hace años porque la patente venció. Así que, en primer lugar, la multinacional no es la única que puede vender este pesticida. Pero más imporante es que no existe evidencia contundente sobre los perjuicios a la salud que generaría el glifosato. Actualmente, el IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) coloca al glifosato en la categoría A2 en su lista de peligrosidad, lo que lo cataloga como “probablmente cancerígeno”. El problema es que poner al glifosato en la categoría A2 no dice que realmente sea peligroso. La lista de cosas en la A2 es larga e incluye al mate caliente, las emisiones de frituras a alta temperatura, el trabajo por turnos y ser peluquero. Que sea “probable” que sea cancerígeno no dice nada sobre en qué dosis o forma de utilización. En particular, porque los más perjudicados según las investigaciones son siempre los fumigadores que están en contacto directo y no los consumidores que compran los productos que se fertilizan con glifosato.

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