Uno de los temas que más inquietud está generando en el mundo son los impactos que tendrán sobre el empleo los avances de las tecnologías basadas en la información. Estos cambios están produciendo profundas alteraciones sobre los procesos productivos, analiza el Instituto de Desarrollo Económico y Social Argentino en su informe Número 622.
La automatización lleva a reemplazar habilidades, incluso las que se pensaba vedadas para las máquinas, como las profesiones universitarias.
No está lejos el escenario donde muchos trabajos de profesionales como médicos, contadores, abogados, periodistas, traductores serán ejecutados con mucha más rapidez, eficacia y menor costo por computadoras, reflexiona sobre el particular el economista jefe de Idesa Jorge Colina.
El desafío para los sistemas educativos es enorme porque además de las tradicionales habilidades de lectura y matemáticas también se requiere desarrollar en las nuevas generaciones cultura digital.
Familiarizarse en el manejo de información será vital no sólo para ocupar un empleo de calidad sino también para la rutina de la vida cotidiana.
En respuesta, en los países avanzados se enseña y se trabaja en ambientes digitalizados.
En la Argentina, en cambio, según la Encuesta sobre Niñez y Adolescencia del Ministerio de Desarrollo Social, se observa que entre los niños y jóvenes de 5 a 17 años de edad:
- Sólo el 58% de los menores hace uso habitual de internet.
- Entre las familias que se ubican en el 20% de mayores ingresos, los niños y jóvenes que hacen uso habitual de internet ascienden al 84%.
- Entre las familias que se ubican en el 20% de menores ingresos, sólo el 34% hace uso habitual de internet.
Estos datos oficiales sugieren que una gran cantidad de niños y jóvenes argentinos no están familiarizados con las tecnologías de la información.
Prueba de ello es que casi 4 de cada 10 jóvenes no usa internet con habitualidad. Pero lo más grave es la exclusión tecnológica de los hogares más pobres. En los dos primeros deciles de la distribución del ingreso 2 de cada 3 niños y jóvenes no están habituados al uso de internet.
Se trata de evidencias contradictorias con acciones públicas muy promocionadas, como el programa Conectar Igualdad a cargo de la ANSES.
A través de esta iniciativa, se entregaron computadoras a una gran cantidad de alumnos de las escuelas públicas.
Las evidencias señalan que tiene bajo impacto en la meta de achicar las brechas digitales entre estratos socioeconómicos. Contar con una computadora no alcanza para que los niños y jóvenes de los hogares pobres incorporen internet de manera integral en sus vidas cotidianas.
Lo fundamental es modernizar las prácticas educativas en las escuelas públicas tendiendo a digitalizar la enseñanza. Es decir, no basta con tener o enseñar a manejar una computadora. También es necesario convertirla en una herramienta de uso habitual.
La baja rentabilidad social del programa Conectar Igualdad está asociada a su concepción e instrumentación. Regalar computadoras desde el gobierno nacional a través del organismo previsional carece de lógica en un régimen federal.
Las provincias son las responsables de administrar las escuelas públicas y, por lo tanto, las que tienen las facultades para cambiar las prácticas educativas, incluyendo la adaptación de los entornos y la capacitación del plantel docente.
Los municipios, por su parte, son los que están cerca de los vecinos y deben incluir como parte de sus responsabilidades de desarrollo de infraestructura básica, el acceso a internet.
En otras palabras, para avanzar con efectividad en el objetivo de inclusión digital de los hogares más pobres se necesita una estrategia integral de intervención educativa y social a cargo de las provincias y los municipios.
La Ministra de Desarrollo Social, en campaña electoral, afirmó que le encanta ser populista. Esto explica la lógica de programas como el Conectar.
La meta no es achicar la brecha digital para que los pobres puedan acceder a mejores empleos y aumentar su calidad de vida, sino distribuir regalos pagados por el Estado con el objetivo de preservar a cualquier costo el poder político.
Porcentaje de niños y jóvenes con uso habitual de internet
Entre 5 y 17 años de edad