China resiste la pretensión de control naval de EE.UU. Hace tiempo que Washington decidió a que teoría geopolítica adhiere. Cree que ha llegado la era del Pacífico y que para seguir siendo la superpotencia hegemónica que pretende, debe tener control total de ese océano y garantizar a sus aliados (en especial, Japón, Australia, y los que han firmado el Tratado Transpacífico) que no deben temer a China.
Pero Beijing tiene otras ideas. Además de construir una flota naval muy importante, ha “inventado” islas acumulando arena traía en barcos sobre varios puntos estratégicos. Eso significa –advierte- que el mar que las rodea es espacio marítimo exclusivamente chino.
La tensión está llegando a un punto límite. Estados Unidos está dispuesto a testear la voluntad china, y sus barcos recorrerán esas latitudes. Lo que podría originar –”habrá respuesta adecuada”, dicen los chinos- algún incidente bélico cuyas proporciones son difíciles de prever.
Para la mayoría de los observadores internacionales, nada pasará esta vez, excepto por algunos amagos. Pero la presencia estadounidense será desafiada cada vez con mayor frecuencia.
Justo ahora se acuerdan de Turquía. La Unión Europea propone un programa de instalación de refugiados del Medio oriente y Africa, en gran escala. Para el año próximo la idea es acoger a 200.000 refugiados, distribuidos en los distintos países miembros.
Los refugiados serían seleccionados y transportados a sus países de destino, desde campos transitorios de alojamiento en Turquía, Jordania y Líbano. La clave d este programa es Turquía, por la cantidad enorme de refugiados que recibe.
Por lo tanto el apoyo de su gobierno es imprescindible. El gobierno de Erdogan atraviesa propios problemas, como la lucha contra el terrorismo y la eterna disputa con los kurdos que habitan en su territorio.
Pero además acumula una frustración: a pesar de sus esfuerzos no ha logrado instalar seriamente la discusión de su posible ingreso a la Unión Europea.
Ahora las circunstancias han cambiado. Europa le promete que no hará falta visa a los ciudadanos turcos para entrar a los países de la UE (Tratado de Schengen) y además, que está lista a explorar y comenzar a discutir el ingreso turco en igualdad de condiciones con los demás miembros del selecto grupo.
Lo realmente curioso es que la embajadora europea fue Angela Merkel, quien como Canciller de Alemania se opuso con vehemencia a ambas iniciativas durante los últimos años.
¿Y el Tratado Transatlántico? El acuerdo de los signatarios del Tratado Transpacífico -12 países ribereños de ese océano – liderados por Estados Unidos, secundado por Japón, pone un cerco a la expansión comercial de China en la zona donde se ha desplazado inevitablemente el poder político.
Falta todavía para que entre en vigencia, ya que deber ser ratificado por el poder legislativo de cada uno de los firmantes. Aún así es un logro valioso para Barack Obama, un presidente que al fin de su mandato en lugar de ocupar el previsible rol de “pato rengo” –lame duck-, como se llama a los dirigentes que ven esfumar su poder.
Por el contrario su popularidad está en aumento, aunque la intervención de Rusia en Siria y todo el Medio oriente y la tensión con China por el control de los mares que la circundan, introduce nuevos ingredientes de tensión.
Por eso Obama –tras el restablecimiento de las relaciones con Cuba- necesita recoger otro laurel. Queda pendiente el acuerdo entre Estados Unidos y la Unión Europea, el Tratado del Atlántico.
No será fácil como lo acaban de demostrar las conversaciones de los últimos días en Miami. El acuerdo concebido como un modo de cementar las relaciones entre las mayores economías democráticas, lleva dos años de negociaciones sin muchos avances evidentes. Ni siquiera lo que se suponía la parte fácil, la eliminación de las restantes barreras arancelarias, muestra indicios de adelanto.
Peor, crece la oposición al tratado en varios países europeos, como en Alemania y Austria, temen la invasión de gigantes corporativos estadounidenses que podrían quedarse con grandes empresas europeas, al par que debilitar los estándares europeos en diversas materias.
En síntesis, nadie pronostica avances significativos en los próximos tiempos.
Transparencia en petróleo y minería. El acuerdo es general: hay que hacer todos los esfuerzos por limpiar y descontaminar todo lo relacionado con la industria del petróleo y del gas, y de la minería en especial.
El consenso se está poniendo a prueba en estos momentos en Berna, Suiza, en la reunión del Extractive Industries Transparency Initiative, con el respaldo explícito de 48 países. El gran debate es en torno a la iniciativa de que las empresas envueltas en ventas, compraventa de licencias y otro tipo de pagos, declaren de verdad quiénes son sus dueños. Por oposición a los propietarios registrados como tales.
Los que apoyan la idea aseguran que así será muy difícil disimular traspasos a empresas sucias. Las empresas y muchos gobiernos no están de acuerdo: afirman que es imposible detectar quién realmente controla una firma. El temario pretende incluir también a los grandes vendedores de commodities, como la conflictuada Glencore, en serios apuros financieros.