Gary Kasparov, el famoso ajedrecista ruso que fue campeón mundial a los 22 años y considerado por muchos el mejor jugador de ajedrez de todos los tiempos, es también escritor y activista político.
En 1997 se convirtió en el primer campeón mundial en perder una partida frente a una computadora: la súper computadora Deep Blue de IBM. Después de retirarse del ajedrez en 2005 dedicó su tiempo a la política y a escribir. Creó el movimiento Frente Civil Unido y se unió a La otra Rusia, una coalición que se pone al gobierno y a las políticas de Vladimir Putin.
Acaba de sacar un libro titulado “Winter is Coming” con una prosa que es como su ajedrez: certera, feroz e implacable. Para él, Vladimir Putin es como Hitler. Critica violentamente al mundo occidental por ser tan contemplativo con el asalto del líder ruso a Ucrania. Deberían aislarlo, imponerle sanciones duras a todos los amiguetes del kremlin y vender almas letales a Kief. “Los dictadores sólo se detienen cuando los detienen”, vocifera.
Su argumento central es que Occidente debe adoptar una política exterior más dura y más moral, algo que ahora parece haber caído en desgracia. Según él la política exterior moral es la más efectiva. Porque destaca la seguridad internacional insistiendo en la observancia de la ley.
“Un país que no respeta los derechos de su propia gente no va a respetar los derechos de sus vecinos, dice citando a Andrei Sakharov, el gran disidente soviético junto a Natan Sharansky. Los líderes occidentales, dice, deberían seguir hablando de temas de derechos humanos en los buenos tiempo así como en los malos. De otro modo, esos temas son apenas una mella en la mesa del juego geopolítico. Esos líderes deberían también insistir en plantear esos temas a las autocracias fuertes, como la de China, así como ante las débiles.
Kasparov no es el único en comparar a Putin con Hitler. Hace dos años, , cuando Putin invadió Ucrania, hillary Clinton provocó una gran polémica al comparar al líder ruso con Adolf Hitler en la Alemania nazi.