En San francisco, por ejemplo, una ciudad con tanto problema para estacionar como Buenos Aires, apareció un servicio de valet-parking llamado Luxe. Comenzó siendo mucho más barato que los estacionamientos tradicionales pero luego el servicio fue decayendo mientras el precio subía.
El mismo Uber proyecta diversificar su oferta para ofrecer una aplicación de entrega de comidas a domicilio. Para eso está construyendo restaurantes con dedicación exclusiva a ese servicio. Por ahora está en la etapa previa y la aplicación para comidas está inserta dentro de la app para transporte. Pero los planes son que para fin de año habrá una aplicación (no se sabe todavía si llevará el mismo nombre) que será exclusivamente para la entrega de comidas.
Pero detengámonos un minuto en el éxito del modelo Uber. Lo que molesta en la generalización del modelo es que termina siendo lo que no pretende ser. Uber es una app on demand que ha llegado para revolucionar y poner patas arriba a todos los mercados donde opera en el mundo y que en poco tiempo ha pasado de ser nada a ganar miles de millones de dólares. Dejó girando en el vacío no solo a los taxis que se pasean libremente por la calle sino también a las compañías de remises y radiotaxis. Pero revoluciona porque ofrece servicio de primera a buen precio. Si los imitadores no logran esas dos cosas no revolucionan nada. Solmente ofrecen otra alternativa, más moderna.
Porque la propuesta revolucionaria es conveniencia y precio. En cuanto alguna de esas dos ventajas dejan de cumplirse los servicios decaen. Eso fue lo que pasó con Luxe, el servicio de valet parking de San Francisco. Se fue encareciendo poco a poco y la empresa sugería dar una propina a los choferes. Llegó un momento que costaba o mismo o más que los estacionamientos de siempre. Lo mismo se está observando con muchos otros imitadores entusiasmados.
La magia de Uber estuvo en que usó su crecimiento para seguir bajando los precios. Se convirtió, entonces, de una alternativa a reemplaar el taxi a una alternativa para reemplazar el auto.
Si los imitadores no pueden lograr eso, no hay innovación. Es lo que siempre ha ocurrido: se paga un poco más por obtener conveniencia.
La realidad lo está demostrando. Hoy hay cientos de empresas que ofrecen sus servicios a través de una aplicación en el teléfono, pero no siempre salen más baratas y entonces terminan siendo una alternativa más a servicios tradicionales muy parecidos, sólo que no tienen app.
La innovación la logra Uber: dar un servicio exclusivo a precio accesible para las masas.