Como ocurre con tantas otras cosas, los chinos jugaron al fútbol mucho antes que nadie. Ya en el segundo siglo después de Cristo, tenían un juego que llamaban cuju, y que quiere decir, literalmente, “patear pelota”, un deporte en el cual competían dos equipos competían para patear una pelota de cuero rellena con plumas dentro del arco del contrincante .
Al principio era simplemente un ejercicio militar competitivo pero luego se transformó en algo más estilizado y alrededor del primer milenio se puso de moda. Aunque perdió algo de popularidad durante la dinastía Ming (1368-1644) y aunque por lo general se cree que el fútbol moderno se originó en Europa en la Edad Media, en el año 2004 la FIFA identificó a la provincia china de Shandong como la cuna del fútbol.
El juego en su versión moderna llegó a China en 1924 cuando se formó la Chinese Football Association (CFA), el organismo que gobernó el deporte en el Reino de Centro (El nombre original de China. China le fue puesto por los ingleses, por la porcelana).
Hoy los clubes chinos han gastado más de US$ 280 millones en transferencias de jugadores, más que ninguna otra liga del mundo. Lo que llama la atención en esta última oleada de compras es la edad y la posición de los jugadores. Los futbolistas de élite que se acercan al final de su carrera suelen abandonar las usinas tradicionales del deporte europeo y trasladarse a otras latitudes para una última ronda de aplausos. Sin embargo, algunos de los jugadores que se trasladaron a China en esta última ronda de compras están en lo mejor de sus carreras, son jugadores que podrían estar en la cúspide del fútbol europeo durante varios años más.
China tiene un plan. El presidente Xi Jinping, fanático futbolero, quiere q que l país sea sede de la Copa Mundial, que su equipo femenino vuelva a estar entre los mejores del mundo y que su selección masculina internacional se ubique entre las mejores del mundo.
