No fue fácil limar las asperezas para arribar a la declaración final, pero aún así no se empañó la ocasión del encuentro, celebratorio de la fecha en que sentaron los cimientos de la unidad continental, lo que dio lugar al periodo histórico más prolongado de este continente en paz, sin guerras destructoras entre sus miembros.
Al principio se estableció un mercado común donde mercaderías, servicios, capital y especialmente gente pudieron desplazarse libremente entre sus miembros.
El aniversario es buena ocasión para el regocijo y la celebración, si se recuerdan los logros y realizaciones obtenidos en todos los campos durante estas seis décadas, muy especialmente en el terreno de la libertad, la dignidad humana, la democracia y la solidaridad entre todos los países signatarios.
La declaración final de los 27 (sin Gran Bretaña, naturalmente) es un buen reflejo de lo acontecido en los últimos tiempos con el proceso integrador. Se subraya la unidad e indivisibilidad de los países miembros y la voluntad de seguir avanzando en el proyecto integrador.
Se admite, sin embargo, que a veces será necesario respetar distintos ritmos y diferente intensidad, aunque se buscará avanzar en la misma dirección. Además, con la puerta abierta para recibir a nuevos miembros que quisieran sumarse.
Se recuerdan los grandes desafíos pendientes: conflictos regionales, terrorismo, presiones migratorias crecientes, proteccionismo y desigualdades sociales y económicas.