Un hombre murió en una caverna 45.000 años atrás. Su cuerpo se descompuso, sus células se partieron y derramaron su contenido en el suelo de la caverna. Esos restos contienen el ADN de aquel hombre prehistórico, partículas que se adhirieron a los minerales del sedimento. Entonces allí, adherido a las rocas, está el ADN de personas cuyos restos fósiles hace ya muchos años que han desaparecido.
Un grupo de investigadores del Instituto de Antropología Evolutiva de Gran Bretaña lograron extraer la secuencia del ADN de animales prehistóricos a partir de sedimentos que tienen hasta 240.000 años. De este modo, pueden inferir la presencia de Neandertales y otros tipos de homínidos sin la necesidad de encontrar sus huesos.