domingo, 24 de noviembre de 2024

Tulipanes, ayer y hoy

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Lo más interesante es el papel que han tenido en la historia económica del mundo.
 

Es mítica la historia de los tulipanes, que se adjudica la primera burbuja especulativa de la historia. Fue en los Países Bajos en el Siglo XVII, más precisamente entre 1629 y 1622 cuando cuando el tulipán llegó a ser un activo tan cotizado que se convirtió en un símbolo de prestigio entre los más ricos. Había llegado a Holanda desde Turquía para adornar los jardines del emperador Maximiliano. Los nobles comenzaron a coleccionarlos como símbolo de poder y riqueza.

 

En el libro “Las famosas primeras burbujas: los fundamentos de las fiebres especulativas del pasado“, Peter Garber cuenta que a principios del siglo XVII los tulipanes eran un símbolo de prestigio entre los más ricos las mujeres los querían para lucirlos en sus vestidos, los botánicos para cultivarlos y los pintores para pintarlos. Eso infló la demanda de la flor, que llegó a ser tan enorme que el mercado no daba abasto. Sobretodo porque tropezaba con un problema serio: la planta tarda siete años para dar una flor. Demasiada espera para la euforia compradora del momento.

 

A los comerciantes se les ocurrió entonces que podían vender los bulbos que se obtendrían en la siguiente cosecha. El comerciante recibía un pago por sus futuros tulipanes y el comprador un documento escrito que le reconocía el derecho a obtener esos bulbos cuando florecieran. Apareció así el primer mercado de futuros de la historia. 

 

Así, en el año 1620 comenzó la especulación con los títulos de propiedad de los tulipanes. Comprar titulos de bulbos para venderlos a los pocos meses con abultada ganancia se veía como un negocio seguro. Cuantos más inversores entraban en el negocio, más subía el precio.  Para 1623, un solo derecho de tulipán normal se vendía en 1000 florines, cuando el sueldo de un holandés medio era de 150 florines anuales. Llegó un momento en que un solo bulbo valía más que los sueldos de todo un año de un trabnajador.

Pero el máximo precio del tulipán se alcanzaría en el año 1635, cuando un solo bulbo de Semper Augustus (un raro tulipán a rayas blancas y rojas) se cambió por una mansión entera en el centro de Ãmsterdam. 

En 1637 la cosecha fue mala y comenzaron las tensiones. Se comenzó a ver que los precios eran desproporcionados y fue evidente que no se iban a poder sostener mucho más tiempo. La gente comenzó a abandonar el negocio. La burbuja explotó en 1637, cuando se intentó vender medio kilo de tulipanes en 1.250 florines y no hubo interesados en la compra.

Se desplomó entonces el precio de los tulipanes. Todas las personas humildes que habían dejado su empleo para dedicarse a la compra venta y para eso habían pedido créditos o hipotecado sus casas o negocios, se arruinaron completamente. La gente pedría casa y trabajo por una flor que había dejado de tener valor. La economía holandesa quebró. La crisis fue superada cuando los ayuntamientos perdonaron las deudas.

 

Esta historia se ha convertido en la actualidad en sinónimo de excesos y fraude. Tanto que hace pocos días el CEO de JPMorgan calificó el volátil mercado del bitcoin diciendo que el “peor que los bulbos de tulipanes”.

 En la actualidad, los países bajos son responsables de la friolera de dos tercios de la producción mundial en flores (recién cortadas) y bulbos. Tienen 500 especies diferentes y alrededor de 3.000 variedades de tulipanes.

 

En lo que se refiere específicamente a tulipanes, venden 4.000 millones de bulbos y flores al año, mucho más que ninguno otro país. Sus competidores son Italia, China, India, Canadá y Estados Unidos. . 2.000 millones son los bulbos exportados por año.

Campos de tulipanes

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