Su renuncia a dirigir la Unión Cristiana Democrática es de efecto inmediato. Como Primer Ministro (Canciller) de Alemania cesará el año que viene cuando venza su mandato. Pero desde ahora, el protagonista político de casi dos décadas, con el mayor poder que hubo en Europa, comienza a declinar.
Después del retroceso de su principal aliado en los comicios de Baviera, vino ahora la derrota de su propio partido en Hesse. Lo que implica que la primera economía europea entra en una zona de incertidumbre desconocida para toda una generación de votantes.
Formalmente, dejará la jefatura del partido gobernante en diciembre próximo. Pero ya anticipó que no buscará la reelección ni en el partido ni, por lo tanto, en el gobierno. Un desastre electoral parecido sufrieron sus aliados del partido Social Demócrata. Entre ambos perdieron 11% de los votos comparado los resultados con los del 2013.
En sus propias palabras, “se abre un nuevo capítulo. Como Canciller podría estar en el cargo hasta el 2021. Pero todo indica que adelantará esa fecha en cuanto su partido elija un reemplazante en la conducción. Todo indica que la otrora poderosa dirigente, está tratando de planificar su propia salida de la manera más digna posible.