El efecto lápiz labial

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Un placer simple y económico. Históricamente asociado a la reina Cleopatra.

Dicen que Elizabeth Taylor dijo alguna vez que “un poco de color en los labios y un trago alcanzan para que una mujer supere una situación desagradable”. Y la verdad es que el efecto que tiene un color brillante en un rostro es prodigioso. Habla de femineidad, de cuidado y de autoconfianza. Además, según afirman algunos, tienen el poder de desafiar el tiempo pues rejuvenece el rostro.

A pesar de ser un objeto pequeño, un lápiz labial encierra otras cosas además de color. En cierta medida, es un gran igualador. La mujer puede no tener los medios para comprarse una prenda de marca, pero sí puede darse el gusto con un labial. Es, dicen, el epítome de la gratificación, una compra lujosa posible, un pequeño placer y símbolo informal de status.

Puede parecer una compra frívola, pero el labial, especialmente cuando es caro, es una compra posible aun en tiempos difíciles.

Se dice ahora que “el efecto labial” es una forma de referirse al crecimiento del mercado del “lujo posible” que aparece durante una recesión. La frase fue acuñada en 2001 por Leonard Lauder, presidente de Estée Lauder, y se puede explicar apelando a la psicología: una combinación del deseo de una mujer de regalarse algo lindo que aumente su atractivo con algo que es lo suficientemente grande como para sentirlo como regalo y lo suficientemente pequeño como para no generar culpa.

 

 

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