viernes, 27 de diciembre de 2024

Ya llegó la tecnología que lee la mente

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Como todo avance tecno-científico plantea enormes ventajas y enormes peligros.

Las ventajas primero: Hay enfermos que se encuentran incapacitados de hablar. No pueden ni siquiera pedir que les acerquen un vaso de agua. La nueva tecnología, anunciada por un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia, Nueva York, solucionaría ese drama cotidiano.

Los científicos han desarrollado un decodificador capaz de descifrar, puramente a partir de la actividad cerebral, lo que una persona quiere decir y canalizarlo a través de un sintetizador de la voz.

 

La idea es dar una voz artificial a personas que, sea por accidente o por enfermedad, han perdido la suya propia.

La investigación todavía está en sus primerísimas etapas, pero según el doctor Nima Mesgarani, líder del grupo de científicos, “con la adecuada tecnología, los pensamientos de esas personas podrían ser decodificados y comprendidos por cualquier persona que escuche.

 

Los peligros: Si bien la tecnología puede ser la adecuada, nada garantiza que la intención de quien la use sea inofensiva. Las interfaces cerebrales fueron inventadas primeramente para ayudar a enfermos, pero tienen el potencial de ser mal usadas con personas sanas.

 

Se pondría aquí en juego el problema ético de la privacidad neural. La investigación de la Universidad de Columbia es uno de varios proyectos que se proponen descubrir cómo hacer para que el pensamiento interno se convierta en acción. Es fácil imaginar ese poder en manos de personas inescrupulosas. La publicidad podría usarlo para averiguar los gustos y rechazos de las personas. Los empleadores podrían querer medir con precisión el cumplimiento y el disenso entre sus huestes.

 

Porque el pasado nos ha dado muestras de que la tecnología tiene el desagradable habito de servir para acciones no buscadas. Ya hay cursos de “neuromarketing” que usan técnicas de la neurociencia para deducir preferencias de los consumidores. También hay empleadores que insertan quirúrgicamente chips de RFID en sus subordinados. Esos chips les permiten acceder a edificios y a computadoras pero también podrían permitir un nivel de vigilancia del trabajo a niveles todavía no conocidos.

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