Andreas Schleicher , el alemán creador de las pruebas PISA, se ha puesto una nueva misión que consiste en lograr que los países del mundo cambien la forma en que enseñan a sus niños. Según él, la sociedad se prepara mal para el mundo del trabajo. Nos asusta que los robots roben empleos humanos, pero seguimos enseñando a los niños a pensar como máquinas.
“Lo que sabemos es que las cosas que son fáciles de enseñar, y tal vez fáciles de pedir en una prueba. Son justamente también las cosas que son fáciles de digitalizar y automatizar”, dijo en una conferencia en Londres en el mes de enero. Es bastante fácil enseñar matemáticas, y también bastante fácil de examinar, pero ocurre que los robots también son bastante buenos con las matemáticas.
Pero los chicos pueden imaginar, pueden crear, pueden preguntar y colaborar en formas que los robots no pueden, al menos todavía. Esas son las habilidades que Schleicher quiere que enfaticen los sistemas educativos del mundo. “El advenimiento de la inteligencia artificial nos debería empujar a pensar en profundidad en qué es lo que nos hace humanos, y agrega que si nos descuidamos el mundo estará educando “robots de segunda clase” y no “seres humanos de primera clase”.
Si bien no es el único ni el primero en señalar esto, él se encuentra en una posición privilegiada para llevar adelante este cambio porque supervisa The Programme for International Student Assessment (PISA), una prueba a la que hoy se someten 500.000 alumnos en 79 países cada tres años.
Propone cambiar lo que se mide. Las PISA comenzaron como una evaluación de conocimientos en matemáticas, ciencia y lectura. Pero desde 1997 en adelante Schleicher viene proponiendo un traslado del material a examinar hacia una serie de habilidades, actitudes, competencias, creatividad y empatía.
“Debemos reconocer que las pruebas PISA son, en este momento, una foto parcial de lo que es importante. Esa es una crítica que yo tomo con toda seriedad”. Propone diseñar y desarrollar nuevas pruebas opcionales para complementar las PISA. Son pruebas que se centrarían en la resolución de problemas, resolución de problemas en colaboración y competencias globales como la amplitud de criterio y el deseo de mejorar el mundo. Para 2021 piensa incluir pensamiento creativo tratando de encontrar formas de evaluar – y de hacer que el alumno evalúe — flexibilidad en el pensamiento y hábitos de creatividad tales como ser inquisitivo y persistente.
En definitiva, el cambio que busca es alejar a los sistemas educativos del foco en materias como ciencia, matemáticas o lectura para acercarlos a habilidades más complejas e interdisciplinarias.