La relación privilegiada

    EI gobierno cree, y lo ha explicitado de distintos modos, en una intensa vinculación con Estados Unidos. Una asociación preferente, una intensa relación que, para ser comercial y financiera, primero debe ser política. Esta es la clave de la alineación sistemática detrás de Estados Unidos desde julio de
    1989.
    La concepción presidencial es que Estados Unidos, aún sin el poder económico que ostentaba al final de la Segunda Guerra Mundial, sigue siendo la primer economía del planeta; quedó confirmado que en términos militares es la única mega potencia capaz de trasladar en semanas medio millón de efectivos y desplegar el arsenal de mayor tecnología existente al otro lado del planeta, para triunfar de modo aplastante en el campo de batalla.
    Por tanto, mientras la URSS intenta evitar su fragmentación, el mundo deja de ser bipolar, y se insinúa un nuevo orden internacional con EE.UU. únicamente en el papel hegemónico, iniciando lo que ha dado en llamarse la “Pax Americana”.
    Habrá conformación de grandes bloques comerciales, como el de la Comunidad Económica Europea, el que lidera Japón en el Sudeste Asiático, y el propio de Estados Unidos en este continente.
    Desde la visión instalada en la Casa Rosada, la hegemonía política y militar estadounidense disminuirá el efecto de la presunta “decadencia económica que se registra en beneficio de Japón y Alemania, por ejemplo. La Iniciativa Bush para las Américas tuvo la virtud de ofrecer un enganche concreto a economías como la nuestra que podían quedar “desinsertadas” del nuevo mundo que se está gestando.
    A Estados Unidos siempre le ha costado definir, dentro de su política exterior, el papel que tiene la región, el famoso “patio trasero”. Por lo pronto se han perfilado tres conceptos esenciales:
    a) apoyo a la democracia y fin de la simpatía hacia gobiernos autoritarios que violaron derechos humanos y fracasaron en la gestión económica.
    b) exigencia de economías abiertas, de libre mercado, con ausencia de controles y regulaciones. Un proceso que debe asegurar baja inflaci6n, soluciones a la deuda externa, y por último -pero no menos importante- paliar el efecto del ajuste sobre los sectores más carenciados (algo que deberían
    recordar quienes aquí, son más papistas que el Papa).
    c) condena expresa de la corrupción cuando es evidente en los más altos niveles. De ahí la participación del embajador Todman en el famoso ” Swiftgate” y el correspondiente -pero insólito- comunicado del Departamento de Estado en respaldo de su diplomático.

    Por sus propios méritos
    Hay dos maneras de enfocar este tema de la “relación privilegiada” con Estados Unidos. Desde una posición de principios, de coherencia con la tradición política exterior argentina. o bien desde la eficacia o viabilidad de la tesis oficial. Es decir dentro de la lógica interna del propio proyecto.
    Con relación al primer aspecto, hubo muchas manifestaciones elocuentes y las mediciones de opinión pública reflejan estados de ánimo y hostilidades (especialmente hacia el envío de naves al Golfo Pérsico).
    El segundo enfoque no ha tenido demasiados cultores, y es el que MERCADO ha elegido en este análisis. Lo que importa es si los objetivos y metas que el gobierno tuvo en cuenta se empiezan a concretar. Si el nuevo rumbo significa ventajas para la Argentina. Se podrá argumentar que es demasiado temprano para comprobar éxitos o fracasos. Pero en cambio es evidente que se pueden
    detectar tendencias, síntomas, elementos que indicarán si el gobierno eligió el camino correcto, siempre dentro de su propia lógica.
    Aunque nunca fue expresada de esta forma, la propuesta oficial podría sintetizarse de este modo: Si adherimos a la política exterior de EE.UU., si cerramos filas con Washington, lograremos una relación privilegiada con este oasis. Una manera de solucionar los grandes problemas argentinos:
    eliminar la traba de la deuda externa; lograr las inversiones que se requieren y el concurso tecnológico que suponen; permanecer, ganando posiciones, en las grandes corrientes del comercio mundial. Para no perder el tren de este nuevo orden internacional en rápida gestación era preciso alterar la tradicional línea exterior argentina, y así se hizo, votando con EE.UU. en los foros internacionales, y participando del esfuerzo bélico contra Irak desde el comienzo (el único de los grandes países de la región en sumarse).
    Si algún tema compitió, durante marzo, en preferencia informativa con la situación económica interna, fue precisamente el de las relaciones con Estados Unidos. Esta fue la secuencia:
    * El mes comenzó con una reunión, fuera de programa y de protocolo, entre el presidente Menem y el embajador Todman.
    * Al día siguiente. Carlos Menem dijo que Argentina será uno de los países privilegiados que participarán en la reconstrucción de Kuwait (Ver en esta misma sección (“Quién se quedará con la tajada del león”)
    * Según el canciller Guido Di Tella, el país puso fin a 60 años de aislacionismo. La decisión de participar en el conflicto del Golfo marca “un cambio mayúsculo” en la política exterior del país.
    Habrá beneficios del alineamiento con países occidentales y participación en la reconstrucción económica de Kuwait. Algunas de las ventajas son difusas, como una mejor presencia en el escenario internacional, y otras muy concretas como el proyecto alternativo al programa Cóndor (cooperativo, no bélico, utilizando la capacidad espacial desarrollada por el país. Ver detalle en esta misma sección).
    Otra ventaja significativa será el libre acceso de productos argentinos al mercado estadounidense.
    Estamos mejor que lo que estuvo Brasil al término de la Segunda Guerra Mundial (en la que participó).
    La nueva política de asociación preferente marca el fin de la neutralidad.

    Como ayer con Gran Bretaña
    Volvemos a estar insertados en el mundo, como antes lo estuvimos con una relación orgánica con Inglaterra, a través de una “asociación preferente”.
    Los críticos podrán decir que lo mismo que el tratado Roca-Runciman se gestó cuando ya era visible la decadencia del poderío del imperio británico, ahora también nos ligamos a EE.U.U. cuando se insinúa su decadencia en términos económicos. Al margen de que EE.U.U. sigue siendo la principal economía del mundo, los asesores de Di Tella advierten que afortunadamente EE.UU. no es tan poderoso -en términos económicos- como hace cuatro décadas. Es precisamente por esa misma razón que ahora está interesado en el concurso de Argentina.
    El día 3 se anuncia la llegada de Luigi Einaudi, representante de EE.UU. en la OEA (antes en la subsecretaría de Asuntos Interamericanos), para disertar sobre las relaciones entre EE.UU. y América Latina. Dos días después se confirma que el vicepresidente Dan Quayle vendrá pronto al país.
    El día 6 advierte Luigi Einaudi: “La cuestión de los derechos humanos bajo el régimen de Fidel Castro es escandalosa. Si es que todavía quedan países que, por revancha a actitudes norteamericanas del pasado no lo advierten, están demostrando una dependencia ideológica absoluta”. Se pide a la Argentina que modifique su postura abstencionista sobre este tema en Ginebra.
    Según Einaudi “la realidad cubana debe asumirse tal cual es y de una vez por todas por las naciones de América Latina”.
    John Reed, presidente de Citicorp -gran acreedor del país- admitió que la Argentina no puede aumentar sus pagos. “Primero sanear la economía, luego pagar la deuda”. “Este no es el mejor momento para negociar, tal vez el año que viene sea conveniente”. Es evidente que los bancos ávidos de recuperar préstamos para mejorar su delicada situación, aspiran a recibir mayores pagos.
    Argentina insiste en que seguirá pagando US$ 720 millones anuales. No hay perspectivas inmediatas de solucionar el problema de la deuda externa.
    Apenas 24 horas después, Cavallo debió asegurar que se continuará pagando a los bancos acreedores. El ministro dijo que nunca afirmó que si no se firma pronto con el FMI se suspenderían los pagos (en la reunión con el banquero, Cavallo dijo que se firmaría en abril el stand by. Reed dijo que lo dudaba, y entonces la respuesta del ministro habría sido: “en ese caso suspenderemos el pago de la cuota mensual de US$ 60 millones).
    Ese mismo día, Di Tella inició una gira por países vecinos (Mercosur) para reafirmar la prioridad que se da a las relaciones con países latinoamericanos. El día anterior, Argentina había votado a favor de investigar la violación de derechos humanos en Cuba, respaldando la moción de Estados Unidos, y
    alejándose de la postura común que sostenía el Grupo de los Ocho.
    Para el 9 se informó que se negocia un nuevo acuerdo con el FMI. Se busca un préstamo de US$ 1.000 millones a 12 meses.
    Se pedirá una dispensa a la banca acreedora para las futuras privatizaciones.
    48 horas después, el 11, el subsecretario del Tesoro, David Mulford, asestó un duro golpe a la estrategia del gobierno al descartar a la Argentina como beneficiario inmediato del Plan Brady y de la iniciativa para las Américas.
    Ambos programas suponen entendimiento previo con el FMI, como paso necesario para entrar en negociaciones con la banca acreedora.
    * Guido Di Tella insiste el 15 en que “estamos desarrollando una relación preferente con EE.UU.”, y si bien nuestro intercambio principal es con la CEE, tenemos con este bloque el grave inconveniente que significa su política agrícola (en la fracasada Ronda Uruguay del GATT, la delegación argentina
    estuvo de acuerdo con la posición estadounidense).
    En la misma jornada se informó que a partir del 1 de abril las empresas interesadas en trabajar en Kuwait deberán dirigirse a una oficina especial de Cancillería, para recibir información.
    * El día 19 se confirma que habrá incentivos para la legislación extranjera. La ley que se propicia consagrará igual trato para capitales locales y foráneos. Se busca la reducción impositiva sobre los capitales extranjeros para que reciban idéntico tratamiento que los locales.
    * Al día siguiente se propone reconocer las patentes de medicamentos extranjeros, una antigua reclamación de EE.UU. que se inscribe dentro del esquema de liberalización de los servicios y reconocimiento pleno de la propiedad intelectual que sostiene Estados Unidos.
    * Finalmente, el 22 arribó William Rhodes, cabeza del Comité de Bancos Acreedores, para recordar que en intereses vencidos se adeudan US$ 7.500 millones, y que nada se puede avanzar sin un arreglo previo sobre el pago de estos intereses, en todo o al menos en parte. Dijo estar de acuerdo con el plan anunciado por Cavallo (aunque seguramente no le gustó que las reservas del Banco Central -técnicamente, propiedad de los acreedores puesto que son menores que lo adeudado- sean el respaldo de la convertibilidad anunciada).
    A decir verdad, la preocupación de los banqueros es que ante la primera dificultad en el desarrollo del programa, lo primero que se detendrá será el pago mensual de US$ 60 millones.

    En el debe y en el haber
    El concepto de “relación preferencial” supone que de ella deben derivarse beneficios concretos, que de otra manera sería difícil obtener. Es cierto como lo reconoce el Canciller Di Tella que algunas de las ventajas serán “difusas”, como por ejemplo, mayor gravitación del país en la creación del nuevo
    orden internacional. Volviendo al terreno de las ventajas palpables, es evidente que la iniciativa Bush para las Américas abarca tres grandes campos: inversión, deuda externa y comercio. Veamos como están yendo las cosas en cada uno de estos ámbitos:
    * Inversión. EE.UU. propicia la creación de un fondo de inversi6n de US$ 100 millones anuales para estimular inversiones privadas en toda América Latina.
    La cifra en sí no es relevante: es igual al promedio anual de ayuda militar que Washington facilitó a El Salvador durante toda la década pasada. Es la misma cifra que España, un país europeo mediano aportara también anualmente para desarrollar proyectos de desarrollo científico y tecnológico en el continente, a través del Fondo V Centenario del BID. El aporte estadounidense seguramente crecerá con cuotas iguales que aportarían Japón y la CEE. Aún así, disponer de US$ 300 millones para inversión en toda América Latina, tiene un valor simbó1ico y demostrativo. Los activos totales de ciudadanos latinoamericanos depositados en EE.U.U.. pueden ascender a US$ 150 mil millones, donde contribuyen a financiar el déficit fiscal estadounidense.
    * Deuda externa. La Iniciativa Bush propone continuar con el plan Brady (según la Cepal habría que triplicar los recursos previstos de US$ 30 mil millones a 90 mil millones) y una novedad: condonación sustancial (tal vez 50%) de la deuda directa latinoamericana con el gobierno estadounidense. Argentina -al igual que los otros tres grandes deudores- no tiene deudas de gobierno a gobierno. La medida favorecerá a países pequeños, especialmente los del Caribe.
    Los bancos de Estados Unidos, los grandes acreedores privados, aumentan la presión para recuperar créditos debido a la difícil situación interna que confrontan (las visitas de Reed y de Rhodes deben verse en este contexto). No hay posibilidad de ingresar en el Plan Brady si antes no se arregla el atraso con los bancos y se normaliza la situación con el FMI. Esa posibilidad tuvieron México, Venezuela, Costa Rica y Uruguay. Pero no alcanza a Brasil, ni siquiera a la Argentina a pesar de la relación “preferencial”.
    * Comercio. EE.UU. ofrece menores aranceles y eliminación de trabas para el ingreso de mayor cantidad de productos latinoarnericanos -y naturalmente, también vender más a la región- a cambio de mayor apertura de las economías regionales. El último paso sería una zona continental de libre comercio que iría desde Alaska hasta Tierra del Fuego, una excelente idea de difícil concreción
    habida cuenta de las diferencias de tamaño y de estructura entre las economías de los distintos países del continente. Los obstáculos que surgen para el Mercado Común Norteamericano (entre EE.U.U., Canadá y México) ilustran sobre lo arduo y prolongado del proceso. Las fuertes tendencias proteccionistas dentro de EE.U.U. están recurriendo con mayor frecuencia a la Super Cláusula 301 de la ley de comercio, que choca abiertamente con los compromisos asumidos por Washington en el GATT.
    En 1990 Argentina tuvo un superávit de US$ 300 millones en el comercio bilateral con EE.UU., (tras 30 años de déficit permanente). El dato es alentador pero es preciso recordar que Argentina tuvo exportación record de US$ 12 mil millones y apenas importó por US$ 4 mil millones. Esas circunstancias no se deberían repetir si de verdad existe reactivación y hay que equipar a la industria
    nacional con insumos y bienes de capital.

    Balance final
    Cabe la posibilidad de que un juicio definitivo sobre la estrategia de la “asociación privilegiada” sea prematuro, y que los logros que pueda obtener el gobierno en los próximos 12 a 24 meses, justifiquen la apuesta.
    Pero hay datos para convenir que hasta ahora las “ventajas concretas” no se han materializado y que en cambio otros países, que no se han alineado de forma tan estrecha con la política externa de EE.U.U. han obtenido mejores resultados. También es cierto que el punto de partida de Argentina es
    desde posiciones más desventajosas.
    En cuanto a la visión global del mundo de la que participan los miembros del gobierno, estará sometida a la prueba histórica de cómo evolucionen los acontecimientos.
    Hay elementos a tener en cuenta:
    * La evolución de la economía estadounidense, el conflicto entre las dos grandes corrientes internas -aislacionismo e intervención global-, la presión por cerrar la brecha de la pobreza, y por afirmar el liderazgo en tecnología de punta.
    * La Comunidad Europea tiene la posibilidad de convertirse en el bloque dominante en materia comercial y financiera.
    * Japón pretende consolidar su liderazgo en el sudeste asiático y encontrar un modus vivendi en el enfrentamiento comercial que se agudiza con EE.UU.
    * Europa Oriental -y la URSS- es un enigma. Todavía se ignora hacia dónde saldrá el experimento y qué tensiones y conflictos se pueden liberar en el camino.
    * La integración regional en América Latina -y en especial el Mercosur- puede crear condiciones de negociación conjunta hasta hoy impensables.
    Miguel Angel Diez.

    Restricciones
    EL ZARANDEADO PROGRAMA CONDOR
    Antes de la Guerra del Golfo, Estados Unidos estaba obsesionado con evitar la proliferación de la tecnología misilística. El riesgo, finalizada la Guerra Fría y diluida la perspectiva de un enfrentamiento nuclear entre las dos grandes superpotencias, provenía de países medianos dotados con un arsenal bélico sofisticado. Además de impedir nuevos ingresos al Club Atómico (poseedores
    de armamento nuclear), el objetivo de varios países industrializados firmantes del respectivo acuerdo, era impedir que “países no confiables” dispusieran de cohetes de alcance medio ( de 600 a 2.400 kilómetros) capaces de portar cabezas nucleares, o armas químicas o explosivos de alto poder.
    Durante la guerra contra Irak se hizo patente el riesgo. Los poco precisos pero devastadores misiles Scud lanzados por Bagdad, al explotar sobre Tel Aviv estuvieron a punto de hacer fracasar una cuidadosa estrategia aliada, como era evitar la participación israelí en el conflicto, que podía alienar el apoyo de los aliados árabes.
    Finalizada la guerra, EE.UU. redobla los esfuerzos de control: hay que evitar la transferencia de tecnología bélica al Tercer Mundo.
    En el caso de algunos países que tienen capacidad misilística, deben estar controlados. Ese es todo el secreto detrás de los avatares del programa Cóndor de Argentina.
    En su estilo contundente que recurre con frecuencia a la “boutade”, el canciller Guido Di Tella repitió a principios de marzo que se estudia una “alternativa” para el programa Cóndor, con EE.U.U.. Como es difícil que Washington requiera de la tecnología que puede aportar el misil argentino, la “alternativa” debe estar vinculada al potencial uso del cohete y a seguridades de que no será transferido a terceros países.
    Entre tanto, el colega de gabinete de Di Tella, el flamante ministro de Defensa Erman González, firmaba un acuerdo de cooperación en El Cairo. Egipto y la Argentina integraron una comisión conjunta para el desarrollo de tecnologías en todos los campos, inclusive el militar “para la defensa de la paz”. El ministro argentino reiteró que el apoyo que antaño prestó su país a Egipto para el desarrollo de los misiles Cóndor se ha transformado ahora en un esfuerzo conjunto para la “investigaci6n sobre misiles de exploración meteorológica y atmosférica”.
    De este modo, Egipto -otro aliado de Estados Unidos, al que se le condonaron deudas militares por US$ 7 mil millones- volvía al centro de la trama del programa Cóndor.
    Entre 1984 y 1987 se impulsó un programa de desarrollo conjunto con este país.
    Argentina ponía la tecnología y los egipcios los recursos. La sospecha de los servicios de inteligencia occidentales -especialmente del Mossad de lsrael- es que los fondos Fovenlan de Bagdad, hacia donde se derivarían los resultados del programa. En Argentina siempre se negó la conexión iraquí.
    En 1988 la presi6n del MTCR (Missile Technology Control Regime) sobre ambos países dio resultado.
    Egipto se retiró y un año después -1989- el presidente Mubarak hizo pública la decisión y deslizó que Argentina e Irak seguirán adelante. Según Domingo Cavallo, cuando era titular de Relaciones Exteriores, el gobierno de Carlos Menem canceló definitivamente el proyecto en abril de 1990, nueve meses después de asumir.
    En octubre del año pasado, rnientras Menem visitaba Italia, la prensa informó que el Presidente se habla “esfumado” en compañía del jefe de la Fuerza Aérea, para viajar a Montecarlo y entrevistarse con los ejecutivos de Consen, el corazón empresarial del proyecto Cóndor. En Buenos Aires circulaba el rumor de que la financiación no provenía de los iraquíes, sino de Kuwait (de ser cierto, suprema ironía). Hace pocas semanas un desertor del ejército iraquí confirmó que la colaboración en el proyecto Cóndor había existido pero “no había dado frutos”. El desertor era el segundo comandante de la agrupaci6n de misiles de Irak.